Viudas

Crítica de Juliana Rodriguez - La Voz del Interior

Duelos compartidos

La historia comienza prometedora y va derecho, sin temor a la síntesis, a lo que quiere contar. Elena (Graciela Borges) está filmando (es documentalista) cuando le avisan que su marido tuvo un infarto. En el hospital, ve a una chica que lo acompaña. Cree que es una desconocida, hasta que descubre la forma en la que llora. Entonces lo entiende: esa no es una chica, esa es "la" chica. La ausencia del hombre compartido unirá la vida de las dos: la mujer y la amante, la legítima y la que no tiene nombre. Ese es el principal relato de Carnevale en Viudas, la aceptación y transformación de un vínculo negado.

Viudas, hay que decirlo, aunque se promocione como una comedia dramática, es un drama que navega sobre esos lazos femeninos y sus duelos paralelos, con acento en las diferencias íntimas y sociales de cada viudez. La película descansa (literalmente) en las actuaciones de Borges y Bertuccelli, que visten a sus personajes con matices que la historia deja en sus manos. Bertuccelli, excepcional, concentra en su interpretación una amalgama de crisis, vitalidad y angustia.

Orbitan en torno a ellas la amiga de Helena (Rita Cortese), voz de la razón de su amiga, y Martín Bossi, como la camarera travesti y provinciana, personaje que evoca a La jaula de las locas pero desprovisto de comicidad, gestualidad o incluso drama. Hay otros elementos que subrayan o dan aire, como el documental que realiza Helena sobre las mujeres y el amor, y los cameos de Burman, Carnevale y a Juan Cruz Bourdeax.

Viudas es una película para ver a dos actrices de peso, que logran dotar a sus personajes de sensibilidad y emociones complejas. Parte de esa complejidad sería necesaria en la trama, que termina derivando en algunos puntos previsibles.