Viudas

Crítica de Andrea Migliani - Puesta en escena

Viudas, yo te quiero, yo también

Mañana en las salas locales se estrenará Viudas, el último film de Marcos Carnevale que gusta de las historias en las que el amor protagoniza alguna épica imposible como en Elsa y Fred (2005) o Tocar el cielo (2007), ésta última no tan lograda y a medio camino de los núcleos narrativos que se despliegan en ella.

Pero, cuando hablo de épica imposible no hablo de film fallido, hablo de esos vínculos que son difíciles de imaginar para uno o de esas hazañas que soñamos (Elsa y Fred) pero que sabemos nunca podremos realizar.

El film de Carnevale acierta en la disrupción contínua que proponen dos registros actorales absolutamente diversos. Por un lado Graciela Borges, es Elena, una mujer que ronda sus años maduros, documentalista que recibe ese llamado que nadie quiere recibir, su esposo ha tenido un ataque cardíaco y está hospitalizado. Por otro se encuentra Valeria Bertuccelli, Adela, que es quien ha llevado a Augusto al hospital porque es su amante, su segunda mujer. Se pueden documentar los casos famosos en los que la “legítima” descubre que no es la única. Lo que conforma casi una épica imposible es el vínculo que estas mujeres entablarán luego ya que Adela es inestable, sufre horrores las pérdida y toca a la puerta de Elena que, a despecho de su voluntad primero y con otras emociones después, se la lleva a vivir a su departamento.

¿Se puede ser amigo de la amante de tu hombre? ¿Un hombre es de alguien o es sólo dueño de su voluntad de amar? La moral pequeño burguesa condena el adulterio pero, vamos, no hay quien no haya sentido amor por dos seres a la vez, al menos en un estado de confusión.

Así las cosas, nuevas disrupciones aparecen en el film de Carnevale que aportan dosis de humor, como el rol de Justina, la mucama travesti compuesta muy bien por Martín Bossi, o el desempeño siempre impecable de Rita Cortese que se contonea entre el humor, el consejo y ese modo tan sólido de armar siempre a sus criaturas que en muchos casos sobrellevan el tremendo rol de sostener la devastación o el dolor de otros personajes y se lucen haciendo lucir a quien amparan.

Hay un buen montaje, un remix de remix, bien encuadrado cuando Vicentico canta Paisaje de Franco Simone que los fanáticos de Gilda aún tararean y que ensamblado otorga un plano más profundo a la cuestión, no sólo por la estética sino por esto de “jamás la lógica del mundo nos ha divido” allí los planos y contra planos muestran la verdad íntima de ambas mujeres, tan diversas, tan enamoradas del mismo hombre, tan solas por esto de “tu no podrás faltarme cuando falte todo a mi alrededor… tú me das amor”. Y esa es la épica contrastiva, disruptiva y forzadamente creadora del verosímil, nadie sabe qué está dispuesta a conceder una mujer por amor. Nadie, absolutamente nadie sabe cómo es posible querer a quién te disputó a tu hombre, tal vez sea esa forma simplista de pensar que si él la quiso, algo tendrá que nosotros también la querríamos.

Sentimental, disruptiva y a veces porque no, maniqueista al revés, ya que aquí los contrarios se tocan, se ayudan y se unen. Borges y Bertuccelli hacen muy bien lo que han hecho siempre, componer personajes con sello indeleble, Cortese brilla y Bossi aporta desde una gran composición. En fin, Viudas es un ejercicio para pensar en que cada vida es un pozo profundo y sorpresivo del que no conocemos el fondo y por ello es posible que todo sea posible. Y el cine argentino sigue adelante a pesar de sus detractores.