Visitantes

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Terror latino

Una mujer mata a su esposo y a su hijo. Años más tarde, una familia parece estar conectada con aquel evento del pasado cuando el padre de familia es atormentado en sus pesadillas con esa y otras imágenes similares. Es el comienzo de una película de terror de origen mexicano dirigida por Acán Coen que muestra el interés por el género que existe en el continente. El protagonista descubrirá pronto que las pesadillas tienen una base de realidad. Para él, su esposa y su hijo, las similitudes inquietantes comienzan a multiplicarse. Todo será peor luego un accidente de auto producto de lo que el personaje cree es un ataque de una fuerza maligna.

Esos son los primeros minutos de la película, filmados con oficio pero anunciando también todos los defectos que tendrá el relato. Empezando por los golpes de efecto en el sonido, que no son producto de una sofisticada planificación sino del truco fácil de levantar la música y los efectos de sonido de golpe. El uso excesivo de este recurso agota la paciencia de cualquier espectador y muestra también las limitaciones del film para crear climas. Las ideas visuales del film, que existen, deberán luchar contra estas cosas. Más en la imagen que en el sonido es que Visitantes asusta. Será finalmente la presencia de una casa de muñecas siniestra será la puerta de entrada al terror del film. Y luego los lugares comunes se irán repitiendo, uno a uno, como en un manual de cómo asustar de manera estándar.

Hay más vueltas y personajes, pero ya avanzar sobre ellos sería explicar sobre la trama demasiadas cosas. Pero se extiende demasiado y la película agota sus recursos antes de llegar a la hora. Los golpes de efecto pasan convertirse en aburrimiento y aunque poco a poco cambia el personaje protagónico en la historia, el interés no se renueva. Se llega, incluso, al ridículo. Visitantes repite el problema de casi todo el cine de terror latinoamericano, donde la corrección es el límite y nunca se llega a generar verdadera sorpresa o marcar un nivel que haga la diferencia. Oficio ya hay, ahora hace falta genio para dar un paso más allá.