Viola

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

Los juegos del amor y del azar

Se utilizan varios textos de Shakespeare para hablar de los vínculos, los desencuentros entre hombres y mujeres y lo efímero de las relaciones amorosas. Matías Piñeiro intenta reflejar una cotidianidad en la que sus intérpretes se mueven frente a la cámara con una comodidad y naturalidad que no deja de despertar asombro.

Las obras clásicas han inspirado a autores contemporáneos, que bebieron en las de autores como Shakespeare, para elaborar nuevas teorías dramáticas. En esto pensamos al usar el título de una obra de Marivaux para esta crítica.

Matías Piñeiro con "Viola" y "Rosalinda", que se exhiben juntas en la sala Leopoldo Lugones del San Martín, se inspiró en dos obras del bardo isabelino.

En "Rosalinda", el mundo shakespereano se "mete" en la vida de un grupo de actores que ensayan la comedia "Como gustéis", en una isla del Tigre (ver aparte). En "Viola", se utilizan varios textos del autor de "Romeo y Julieta", para hablar de los vínculos, los desencuentros entre hombres y mujeres y lo efímero de las relaciones amorosas.

La "Viola" (María Villar) a la que refiere el título, es una chica que vende videos pirata y va en su bicicleta visitar a clientes de distintos barrios de la ciudad. La chica vive con Javier (Esteban Bigliardi), un músico que se encarga de "bajar" de internet las películas que su novia comercializa a domicilio.

LOS SENTIMIENTOS
A estos personajes se unen Cecilia (Agustina Muñoz), una chica que ensaya junto con su amiga Sabrina (Elisa Carricajo), una pieza de Shakespeare en un teatro del off, a cuyas representaciones van varios jóvenes, atraídos por el magnetismo de unos textos, tan ajenos al hablar cotidiano y en los que el amor, o las separaciones son contadas a través de una poética fascinante.

El director Matías Piñeiro se preocupó por establecer un continuado contrapunto entre los personajes de la pieza y lo que le ocurre a los actores en su vida cotidiana.

El "micromundo" en el que se mueven los personajes, parece deslizarse sin mayores preocupaciones, más allá de lo que les ocurre a cada uno con sus afectos, sus parejas, o sus nuevos vínculos afectivos.

Igual que en su película "Rosalinda", en "Viola", Matías Piñeiro intenta reflejar una cotidianidad en la que sus intérpretes se mueven frente a la cámara con una comodidad y naturalidad que no deja de despertar asombro.