Valiente

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

La Cenicienta de Pixar

Hollywood es misógino y la industria del cine es machista. Siempre fue muy difícil que una mujer pudiera imponerse como realizadora, que sea respetada, tenida en cuenta para obras de ficción que no sean románticas (Ida Lupino fue una excepción en los ’40). Sin embargo, a partir del Oscar que ganó Kathryn Bigelow en el 2010, parece que las cineastas empezaron a tener mayor participación en producciones de gran presupuesto, y además, poder propagar una mirada más personal, que pueda marcar diferencia en la realización y en la forma en que se narra una historia.

El hecho de que Brenda Chapman lidere el proyecto Valiente no es casual. Por fin, una clásica historia de princesas Disney, tiene un punto de vista netamente femenino, e incluso feminista. Chapman, la primera directora de animación (previamente hizo El Príncipe de Egipto) es además, la primera directora del mundo Pixar. Y nuevamente, es la compañía de John Lasseter, la única capaz de construir un relato donde los personajes masculinos sean apartados de los roles protagónicos y exhibidos como brutos, tontos y sucios. El heroísmo cae directamente sobre los hombros de la princesa Mérida, que cansada de los protocolos reales, que le impone su madre, busca su propio destino. Es interesante, que no haya conflicto romántico (ausencia total de un príncipe) sino, que sea la rebeldía y, a la vez, búsqueda de reconciliación con su progenitora, el motor argumentativo de la película. Tampoco hay un villano, sino una meta a superar de orden más bien, social.

Chapman (junto a Andrews y Purcell) eligen estereotipos y lugares comunes del género “princesas” como brujas, encantos y la aceptación del “distinto”, pero defendiendo una postura más acorde a los tiempos modernos que a los relatos de Hans Christian Andersen o los Hermanos Grimm.

Valiente se acerca por temática, tono humorístico – dramático y moraleja a un cuento clásico de Disney, más cercano a dos últimas y notables obras como La Princesa y el Sapo o Enredados, pero en el diseño audiovisual se nota la mano de Pixar de fondo. La creación del paisaje es realmente notable, así como el diseño de los personajes, aunque de menor meticulosidad a comparación de otras obras de la compañía como Toy Story 3 o Wall E. Otra marca de la empresa es la elección de reconocidos artistas para las voces originales, como Billy Connolly, Emma Thompson y Julie Walters, cayendo el comic relief principalmente en la gracia del primero.

Por otro lado, es indudable, que tiene ritmo, es entretenida y puede ser disfrutada por igual, tanto por un público infantil como adulto. No hay guiños para cinéfilos (solamente en los nombres de un par de personajes) y la música celta a cargo de Patrick Doyle es imponente, asimismo, la intervención de canciones que apoyan la moraleja de la historia.

Pero para los que seguimos la trayectoria del estudio, es un poco decepcionante. Falta la adrenalina, la emoción, la sutileza de las obras de Lasseter, Stanton o Bird. El discurso es textual y obvio. Los personajes aclaran las metáforas, dando poco lugar a la reflexión o a que las imágenes se expliquen por sí solas. Es cierto que no hay demasiadas pretensiones tampoco ni subtramas derivadas, lo cuál es extraño en Pixar. La sorpresa pasa más bien por las vueltas de tuerca que puede tener el guión y no tanto por el resultado final del film.

Valiente funciona como la respuesta de la compañía (y con ojos femeninos) a Como Entrenar tu Dragón (2010) de Dreamworks. Las comparaciones son odiosas, pero esta vez el estudio creado por Spielberg supo encontrarle una mejor vuelta a la historia del joven heredero del trono que debe demostrar a sus padres que puede luchar tan bien como ellos. Con esto no apunto que se trate de un film menor, el clasicismo de Disney, siempre es bienvenido, pero Pixar siempre le aportó algo más a sus historias: ingenio, sublecturas, y principalmente, la capacidad de narrar sin necesidad de adjuntar diálogos a los planos; confiar en el poder de las imágenes. Así, se me vienen a la mente los primeros gloriosos 10 minutos de UP, los 45 de Wall E, o sin ir más lejos el maravilloso cortometraje La Luna de Enrico Casarosa, que precede a Valiente. La demostración más simple y brillante que una imagen vale más que mil palabras, y que además se puede ser ingenioso y original en el proceso.

Aún así, el mayor mérito del film radica en demostrar que se puede romper el hechizo misógino que existe en Hollywood desde hace décadas, y que la fórmula del éxito siempre termina siendo el mismo: saber contar una buena historia. Y en eso a Pixar no hay quién le gane.