Valiente

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Bellas imágenes para esta modernización de las princesas de cuento

La marca Pixar es tan fuerte, son tantas las maravillas que el estudio puso en pantalla desde el estreno de Toy Story, en 1997, y tan pocos sus pasos en falso, que cada nueva película que sale de esa productora arranca con la desventaja de tener que alcanzar los altos estándares establecidos por sus predecesoras, con los espectadores esperando ser al mismo tiempo entretenidos y encantados. Ya se trate del público infantil -su audiencia natural pero no exclusiva- o del adulto, del estudio responsable de Buscando a Nemo, Bichos y Monsters Inc. se espera mucho. Por todo esto conviene decirlo de antemano: Valiente no llega a las alturas creativas de Ratatouille, Toy Story o Wall-E, aunque sí logra presentar un universo de impresionante belleza visual y una historia que intenta modernizar a las princesas de cuento.

La noble en cuestión es Merida, una adolescente que desde chiquita prefiere pasar el tiempo corriendo por los bosques y descubriendo la naturaleza que la rodea que encerrada en el castillo, donde su papá tolera su afán de aventuras y su mamá intenta domarla a toda costa. Una arquera experta y displicente estudiante de los buenos modales necesarios para convertirse en reina, Merida es feliz a lomo de su caballo Angus, escalando los picos escoceses y bebiendo de los manantiales. De hecho, esa secuencia, una explosión de libertad que representa el espíritu del film y celebra las ilimitadas capacidades de la animación, es de lo mejor de la película, que en su desarrollo, y por el afán por diferenciarse de los clásicos relatos de princesas de Disney, pierde algo de ese impulso, de ese sentido del asombro que está presente en el comienzo de la película.

Más allá de mostrar a Merida como la rebelde de pelos al viento, de las graciosas secuencias con sus candidatos y sus movedizos hermanos trillizos, Valiente se detiene en intentar profundizar en la relación que la une con su madre, la reina Elinor, que espera de ella que sea otra: una versión más disciplinada y apocada que lo que es. Pero la que terminará cambiando es la reina: primero por una poción mágica encargada por la princesa a una hechicera y luego, enseñanza de vida mediante, al entender que el destino de su hija puede ir más allá de un casamiento conveniente.

Aunque al desarrollo del film no tenga el vuelo y la sensibilidad usualmente presentes en los films de Pixar, lo cierto es que el conflicto central de Valiente es lo suficientemente profundo y hasta novedoso como para cumplir con las expectativas de sus espectadores.