Valiente

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Calidad Pixar, espíritu Disney

Ví dos veces Valiente (en la versión subtitulada y en la doblada), ambas en 3D, y sus méritos están muy a la vista (mucho más que sus limitaciones). En principio, hay que decir que Valiente es una película bella (hermosa sería aún más preciso) en términos de animación y con unos cuantos atractivos en el desarrollo de sus aventuras y de sus elementos cómicos.

Su principal novedad, de todas formas, tiene que ver con la protagonista. La princesa Mérida (disfrutarán de la voz de Kelly Macdonald si la ven con subtítulos) es la primera mujer que lidera una película de Pixar (también la primera dirigida íntegramente por una realizadora, Brenda Chapman, por lo menos hasta que fue despedida en medio de la producción y reemplazada por Mark Andrews) y esta heroína que lucha contra las tradiciones (convenciones), los prejuicios y el machismo de la realeza escocesa de antaño para probar un camino independiente en la vida resulta un personaje encantador.

Ya la animación de la melenuda, enrulada cabellera anaranjada de Mérida (brillante cultora de la arquería) es una maravilla más de los artistas de Pixar (también lo es el agua que cae de una catarata, el movimiento de la mamá de la protagonista convertida en osa o las panorámicas de las bellas zonas montañosas), pero -y aquí empiezan los “peros”- el universo de los clanes (con algo del estilo Asterix y Obelix) y la dinámica de los castillos nos llevan por caminos ya bastante transitados por el cine (y no sólo por el de animación).

Más allá de su protofeminismo, de su heroicidad y de su simpática rebeldía adolescente, Mérida es un personaje pensado para sumarse a la galería de princesas de Disney (de hecho, tiene varios puntos en común con la Rapunzel de la reciente Enredados) y toda la veta fantástica -con brujas y hechizos incluídos- no difiere demasiado de clásicos como Blancanieves, Cenicienta o La Bella Durmiente, por más que en determinados pasajes, en las imágenes del bosque, surja algún homenaje a los espíritus y fantasmitas del cine del maestro japonés Hayao Miyazaki. Por eso, me animo a indicar que por momentos el film parece más de Disney que de Pixar. No es una aseveración peyorativa, pero Pixar se distinguió desde su creación por hacer algo distinto, innovador, no por imitar o reciclar materiales ajenos.

Vuelvo a la idea principal. Valiente es un film vistoso y entretenido, que yo -en mi función de crítico y de padre- recomendaría con entusiasmo. Pero también siento que -ya en el lugar de fan de Pixar desde siempre- puedo (debo) exigirle más. Haciendo una analogía futbolística (con mi hijo Manu somos fans del Barcelona), cuando juegan Messi, Iniesta y compañía uno se prepara para lo mejor y, cuando el equipo catalán gana 2 a 0, sin deleitar tanto al público, casi sin “despeinarse”, uno siente una pequeña decepción. No pasa lo mismo en otros casos (soy también seguidor del decadente Banfield), cuyos hinchas festejaríamos un triunfo por 1 a 0 con un gol en tiempo de descuento y en posición adelantada porque conocemos (y aceptamos) sus limitaciones.

Pixar es el Barcelona del cine animado y, como tal, con Valiente gana -otra vez- el desafío con claridad, sin discusiones. Pero los tacos, las gambetas, los caños aquí son contados. Igual, vale la pena entrar a la cancha para ver al mejor equipo del mundo, aun cuando no juegue el partido de su vida.

ADEMÁS. La que sí es una gema es La Luna, corto sin diálogos (bah, con gruñidos, ya verán) que se exhibe antes de Valiente. No quiero adelantar nada para no quebrar la magia, pero este nuevo aporte de Pixar en metraje reducido (sana costumbre) es pura belleza, pura sensibilidad, pura ternura, pura poesía, puro cine. Calificación: 10 puntos