Upa 2: El regreso

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

CAMBIAR PARA CRECER

En 2007 UPA!, de Tamae Garateguy, Santiago Giralt y Camila Toker, fue una pequeña revolución, o al menos cobró relevancia por tener la singularidad de apelar a la comedia y de parodiar a un ambiente solemne con pocas ganas de reírse de sí mismo. Sin embargo, vamos a decir que no recordamos con tanto cariño aquella primera parte como seguramente vamos a recordar esta secuela, que consigue pulir viejos defectos y delinear nuevas cualidades, escapándole a la arbitrariedad que podía insinuar una continuación.

El primer gran acierto de la triada de realizadores es cambiar un poco el punto vista: si la primera parte se detenía demasiado en denunciar condiciones de filmación o contenía algún momento explosivo de violencia sin timing, en UPA! 2: El regreso el planteo es casi todo lo contrario. De hecho, la película es una suma de ritmo siempre trepidante y a la vez una escalada de tensión y risa pocas veces logradas en una comedia nacional, a partir de un trabajo que puede parecer caótico, pero es en verdad muy preciso.

La anarquía que crea el film está planeada, buscada y ejecutada con suma fluidez. Así, UPA! 2 está construida de tal manera que todo lo que suma funciona por acumulación, como el cameo de Marcelo Panozzo, las participaciones de Nancy Dupláa y Martín Slipak, y las inclusiones de imágenes del Festival de Mar del Plata.

Es gratificante poder enumerar una serie de cosas que están bien en una película, pero si reducimos todo a unas pocas palabras, en UPA! 2: El regreso debemos subrayar la absoluta autoconciencia con la que trabajan los realizadores y su capacidad para reinterpretar, ampliar y mejorar la película que pensaron originalmente hace ocho años. Gente que ha entendido que crecer es querer entretener, llevando ese aprendizaje a la práctica de manera totalmente productiva.