Una familia numerosa

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Hace algunos años conocíamos la noticia de un médico experto en fecundación asistida que donaba su propio esperma, con lo cual era posiblemente el padre biológico de unos 600 casos. Una historia lo suficientemente curiosa, bizarra e insólita como para no convertirse en guión.
El canadiense Ken Scott dirigió en 2011 la comedia “Starbuck” cuyo guión, de su autoría, narraba la historia de David, un repartidor de carne, inútil, fracasado, de pocas luces, desordenado y varios etc., quien está barajando la posibilidad de tener un hijo para “ordenar” un poco su vida, para sentar cabeza. La gente que lo rodea (padre, amigos, colegas) trata de hacerle ver que estando cómo está su existencia embarcarse en esa empresa es cuanto menos irresponsable. Sin embargo la buena noticia llega a través de su esposa Emma (Cobie Smulders), anunciándole su flamantemente embarazo. En realidad con ella llegan muchas buenas noticias más al enterarse que su constante donación de esperma en los ‘90 (una forma de hacer unos mangos por esos años) dejó como saldo más de 500 fecundaciones exitosas. Lo sabemos, la donación es anónima, pero al firmar los papeles con el seudónimo “Strabuck” (tomado de un famoso toro semental canadiense) 142 personas encuentran el hueco en el sistema como para, judicialmente, reclamar la revelación de la identidad del padrazo.
La obra nunca fue estrenada en la Argentina, pero dos años después (nada más que dos años después) el mismo director, sin alegar demencia tradujo el guión al inglés, le sacó fotocopia y volvió a realizar la misma película, pero en Estados Unidos. Calcada escena por escena es fácil suponer la razón de ser de “Una familia numerosa”: Plata.
Ni lerdos ni perezosos los productores entendieron que para recaudar bien necesitaban un nombre convocante para la risa. Uno sólo. El resto, con que sepa actuar alcanza. Ken Scott convocó a Vince Vaughn (podría haber sido Seth Rogen o Steve Carrell) para el personaje de David, asegurándose la comicidad de un buen actor de éste género, y a Chris Pratt para secundarlo (muy bien) animando a Brett, su abogado y amigo. Es éste último quién le consigue a David le con sigue un sobre conteniendo los nombres legajos de los “chicos” que reclaman conocerlo. Contra el consejo de su amigo (o de cualquier guionista enemigo de lo previsible) David saca uno de los perfiles del sobre. El chico resulta ser un conocido basquetbolista de la NBA. Se lo ve entusiasmado al padre novato viendo jugar a su primer “hijo”. Dos minutos después saca otro papel del sobre. En la mente del espectador se forma un inmenso “¡Oh-Oh!” frente al posible contenido de los próximos 75 minutos de “Una familia numerosa”.
A la larga, acompañado de buenos actores secundarios, el director termina entregando una comedia aceptable cuya mayor virtud reside en el talento de Vince Vaughn para manejar la comicidad de su personaje en los momentos de conocer y visitar a su prole. Ahí la compaginación dinámica funciona con buen timing. En todo caso las dificultades se presentan cuando la historia se vuelve excesivamente dramática para el tipo de situación que propone inicialmente, luego el ritmo decae junto al argumento que por instantes se sostiene con alfileres. Es difícil partir de algo cercano a un absurdo para luego llevarlo a un plano realista sin caer en la auto-burla.
Por otro lado, lo previsible del asunto hace recaer demasiada responsabilidad en la sub-trama, con el protagonista tratando de demostrar a su novia su nuevo sentido de la responsabilidad para poder estar juntos cuando se produzca el nacimiento del nuevo integrante de su familia También hay una de esas charlas entre David y su papá, útiles para planchar el relato y sacar alguna lágrima.
A priori siempre hay una buena dosis de “gancho” cuando vemos comedias cuya temática parte de un “¿Qué pasaría si…?”. Teniendo en cuenta que “Starbuck” funcionó bien en su mercado, y que “Una familia numerosa” es una remake exactamente igual a su versión original, no podemos decir que Ken Scott haya arriesgado algo más que unos billetes. ¿Cómo era eso de, mejor malo conocido…?