Una esposa de mentira

Crítica de Diego Lerer - Clarín

El anillo de la suerte

Adam Sandler y Jennifer Aniston, en una remake.

Una esposa de mentira es una remake bastante libre de Flor de cactus , la comedia que en 1970 consagró a Goldie Hawn, quien entonces acompañaba a Walter Matthau y a Ingrid Bergman en una farsa basada en una obra teatral francesa. Mucha agua ha pasado bajo el puente, y hoy es Adam Sandler quien encarna al protagonista, Danny, un hombre que –tras frustrarse su matrimonio- descubre que un anillo de casados es un imán para conseguir las chicas que desea.

El problema empieza cuando se enamora de una en serio, la bella Palmer (la supermodelo Brooklyn Decker) y, como tiene que probarle que está a punto de divorciarse, inventa un elaborado plan con Katherine (Jennifer Aniston), su asistente en el consultorio en el que trabaja como cirujano plástico, que incluye llevar a todos (a Palmer, a Katherine, a los hijos de ella y a su primo) a Hawaii, donde las cosas se complican aún más.

Ligeramente más elegante que Son como niños , centrada en una serie de gags bastante básicos (de esos que se tiran uno tras otro y se agradece si tres o cuatro funcionan de cada diez), Una esposa...

funciona cuando Aniston se pone las pilas y saca a relucir parte de ese encanto que la convirtió en estrella y cuando Sandler deja de poner cara de “sufrido” (¡no sé si elegir a Jennifer o a la modelo de Sports Illustrated , pobre de mí!) y empieza a divertirse un poco, especialmente con los chicos, con los que parece tener más química que con cualquiera de las dos mujeres.

La aparición de Nicole Kidman, en una película sobre un cirujano plástico que se la pasa viendo pésimas operaciones alrededor suyo, es un momento particularmente bizarro del filme. Uno no sabe si ella entró en el juego o si simula no darse cuenta de que, de todas las cirugías berretas que se muestran en la película, las suyas tal vez sean las más tenebrosas.