Una cita, una fiesta y un gato negro

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Amable manera de reírse de las supersticiones

En este pasatiempo no solo hay una cita, una fiestita y un gato negro, sino también dos buenas actrices y varios secundantes bien apreciados por el público, todos juntos con la sana intención de hacer reír un poco a propósito de ciertos prejuicios y supersticiones. Y puede que sea pura casualidad, pero justo se estrena en 13 salas.

Así vemos a una joven, medio presuntuosa, y bastante prejuiciosa comerciante del rubro pinturería. Todo le va bien, en el amor y los negocios. Pero tiene un punto débil que le hace perder la razón: es supersticiosa. Y por esa sola causa, el mundo entero se le viene encima cuando, de pronto, reaparece en su ordenada vida una desorejada, desordenada, y medio friki compañera de la secundaria con fama de mufa.

Esta pobre viene a ser algo así como la nieta honoraria del ceceoso Nemesio, amigo de Isidoro Cañones. Pocos lo recuerdan, pero cada vez que aparecía, con su cordial saludito «¡Qué hazez, Zidó!» al otro se le ponían los pelos de punta, enredaba los dedos y salía corriendo. Y justo por salir corriendo le pasaba algo, de lo que el supuesto mufa había querido prevenirlo. Bueno, acá la cosa es más complicada, pero el mecanismo es algo similar. Además, vamos a reconocerlo, algo de cierto parece haber en esa mala fama de la inocente compañera. Ocurren demasiados cataclismos a su paso, y ella tan campante. ¿Cómo podemos revertir tamaño imán para las desgracias? ¿Y si aprovechamos a usarlo a nuestro favor? Es lo que piensa la supersticiosa comerciante. Claro, eso sería competencia desleal, pero esto es una comedia y se acepta.

En resumidas cuentas, hay una amable suma de disparates, un relato con desniveles que se deja ver sin exigencias, gente simpática, música medio cargosa, una moraleja final como corresponde, y un primer paso de una realizadora debutante, Ana Halabe, formada como asistente de dirección de Horacio Maldonado y Jaime Lozano. Se pasa el rato, y se agrega al pie de dos clásicos nacionales del tema: «Jettatore», con Enrique Serrano y Tito Lusiardo, y «La suerte está echada», con Marcelo Mazzarello y Gastón Pauls.