Un rey para la Patagonia

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Ingeniosa evocación de un rodaje trunco

Hecho con ingenio, talento y afecto (aunque también con un ritmo un poquito alargado), este documental de Lucas Turturro evoca la figura del publicista Juan Fresán, que allá por 1972 encaró una película underground sobre Orélie Antoine de Tounens, pretendido rey de la Araucania y la Patagonia. La obra iba a llamarse «La Nueva Francia», pero quedó truncada por razones económicas, organizativas, sexuales (hubo cierto escandalete durante el rodaje en Viedma) y hasta por la fuga del protagonista, un artesano de Plaza Francia que a mitad del rodaje se mandó mudar.

Esta historia la conocimos, con otros nombres, en «La película del rey», deliciosa pintura de los locos del cine, hecha precisamente por quien fuera director de fotografía de «La Nueva Francia» y otras cuantas under de aquellos tiempos, el entonces jovencito Carlos Sorín. La que ahora vemos rescata lo poco que quedó del material original de 1972, subsanando graciosamente su falta de sonido, y nos cuenta qué fue de la vida de Fresán a partir de entonces. Mejor dicho, lo cuentan el relator Miguel Dedovich (que estuvo en «La película del rey»), el asistente Jorge Manson, la diseñadora Mary Tapia, Sorin, la hermana, amigos y conocidos, como el editor Daniel Divinsky o Rodolfo Terragno, que lo veía en Venezuela, donde Fresán se lució haciendo la campaña presidencial del doctor Jaime Lusinchi (1984-89), y se perdió con una película llamada «Sherlock Holmes en Caracas» (1991). En 2004 se reencontró con los restos del 72 y trató de hilvanarlos mediante un relato cantado por un tal Baldomero, plástico versero, manteniendo el estilo del relato original. Pero falleció ese mismo año. Todo eso está en el documental que ahora vemos, y también la historia del auténtico Orélie Antoine I, que firmaba sus escritos como «roi de lAraucania et la Patagonie par la gráce de Dieu et la volonté des indiens», ya que en cierto momento su pretensión llegó a contar con el abierto respaldo de las asambleas mapuches (y el encubierto pero inconsecuente respaldo de Napoleón III, que para la misma época intentaba concretar el Imperio Mexicano, con el infeliz Maximiliano de Austria a la cabeza. Éste terminó fusilado por los mexicanos, y Orélie reenviado a Paris por los argentinos).

Un material de «La Nueva Francia» se conserva perfecto. Es el que iba a servir de prólogo, una jugosa entrevista del entonces también jovencito Tomás Eloy Martínez al príncipe Philippe Boiry, que reivindica sus derechos hereditarios sobre aquellas tierras, desde la altura del Bio Bio para abajo. Habrá que tener cuidado, no sea que algún día esta gente logre sus pretensiones, se instale ahí y termine imponiendo la nouvelle cuisine francaise, o cosas peores, por encima del curanto y la torta galesa.