Un lugar en silencio

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Debut en el terror del comediante y también director John Krasinski, Un lugar en silencio, parte de una idea muy original que no logra sostener todo el tiempo. Reglas para sobrevivir en una película de terror. Revisen la tetralogía de "Scream" y entérense en boca de los eruditos protagonistas qué hay que hacer, o no hay que hacer, para llegar vivo a los créditos finales y continuar para la secuela.
Scream planteaba las reglas para sobrevivir a un slasher, y cada subgénero propone reglas propias. Hay determinadas películas que se distinguen por instaurar reglar propias, por hacer que sus protagonistas deban evitar algo que de hacerlo los pondrá en el pasillo de la muerte.
"La oscuridad", "La séptima víctima", y "Cuando las luces se apagan", nos decían que no debíamos quedarnos a oscuras. Un lugar en silencio prohíbe el sonido. Narrada a modo de un diario ligero, "Un lugar en silencio" presenta un escenario post apocalíptico.
La humanidad ha sido diezmada, la Ciudad de Nueva York fue alejada, y los diarios anuncian que el mal se propagó por el mundo. En este cuadro de situación, una familia trata de sobrevivir instalados en un escenario rural.
Casi como sucedía en "Vienen de noche" (con la cual traza algún paralelismo). Lee (John Krasinski) y Evelyn (Emily Blunt) Abbott son un matrimonio con dos hijos, Marcus (Noah Jupe) y Regan (Millicent Simmonds), más uno por venir. En una emocionante escena previa a los créditos iniciales, fueron presas de una tragedia en el día 89 de la devastación.
Siguiendo adelante como pueden, atraviesan más de 400 días sin pronunciar una palabra. Se manejan descalzos, caminando sigilosamente y hasta en puntas de pie, evitando hacer ruidos fuertes, y comunicándose con señas o gestos.
Así sobreviven al ataque de una criaturas similares a insectos gigantes (¿Se acuerdan de "Invasión" de Paul Vehoeven?), ciegas, e hiper sensibles al sonido, que atacan mortalmente con sus garras si los escuchan. En los Abbott hay un dejo de tristeza profunda, una tristeza que se traslada al espectador a modo de una carga dramática importante.
Se nota un gran amor entre ellos, con los hijos, y en la pareja, que se cuidan, se protegen, y miman. Más allá de que Regan siente que su padre no puede perdonarle aquel error. Un lugar en silencio avanza lentamente, nos introduce en la situación de lo que (sobre)vive esta familia, Hasta llegar a un momento quiebre que cambiará el ritmo de la película, y el sentido del total.
El guion, escrito a seis manos entre Krasinski, Bryan Woods, y Scott Beck, se destaca por la originalidad de su propuesta.
Acostumbrados cada vez más a un terror que acude al barullo, "Un lugar en silencio", como indica su título, se vale de los silencios. El silencio en este caso no significa cine mudo o ausencia de sonido. Si en algo se destaca la puesta de Krasinski, además de una fotografía detallista que también aprovecha los espacio abiertos, es en el correctísimo uso de los sonidos y la musicalización.
Plagada de jump scares, en ningún momento llegan a cansar ni son previsibles. A un momento de calma silenciosa le sigue un crescendo en sonido y musicalización que nos sacude.
Así avanza el primer tramo del film, claramente el mejor. Una secuencia clave en el film le abre paso a otra atmósfera, y así "Un lugar en silencio" pasará a convertirse en un film de supervivencia frente al ataque de los monstruos. Uno bastante más convencional, que hasta puede traicionar alguno de los preceptos que antes sostuvo como bandera de originalidad.
A partir de entonces, todo se vuelve más vertiginoso, acelerado, reina la noche, y la mezcla de sonidos. Casi como el climax de la saga "Tremors" sin su diversión y estilo Clase B.
En este último tramo el estilo es más convencional, pero aún así la propuesta se hace llevadera, hasta arribar a un final que sí, termina por derribar bastante de lo construido.
Durante gran parte de la propuesta se nos va adelantando algo, y si uno es un poco perspicaz puede suponer para dónde irá la mano, vamos rogando que pegue un giro y no termine así, pero no, finalmente ocurre, y es tan inverosímil, abrupto y antojadizo como lo suponíamos. Una resolución que no cierra bien lo que "Un lugar en silencio" había mantenido con pericia hasta el momento.
Tal como lo había demostrado en sus dos films anteriores, las comedias negras/irónicas Brief Interviews with Hideous Men, y The Hollars, John Krasinski demuestra un buen manejo para la construcción de personajes, la veta dramática, y el manejo actoral. Los cuatro actores de Un lugar en silencio componen armónicamente, expresan el dolor y el amor de esa familia.
Tanto Krasinski como Blunt son actores probados en la comedia, que pasan con creces la prueba del terror. Los pequeños Jupe y sobre todo Simmonds rebozan en expresión y carisma. Son un pilar fuerte de la película.
"Un lugar en silencio" comienza como una gran película que potencia los elemento positivos del film, pero en sus escasos 90 minutos no logra mantener el mismo nivel, y sobre el final deja la sensación de haber pasado la prueba, sin sobrarle demasiado.