Un lugar en silencio

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Un lugar en silencio es casi un milagro en el Hollywood actual que casi es arruinado por uno de los peores vicios del Hollywood actual. Me explico: se trata de un guión inteligente que incursiona con igual eficacia en varios géneros (ciencia ficción apocalíptica, thriller psicológico, terror con monstruos, drama familiar sobre la culpa y el sacrificio), está impecablemente filmado y actuado, la tensa y sólida acción neta dura apenas 85 minutos y está construido a partir de un excelente trabajo con múltiples capas de sonido (y silencios, claro) que está justificado desde la propia concepción de la historia ¿El problema? Seguramente temerosos de la reacción del público más pochoclero, terminaron “tapando” varios pasajes de la notable narración con música grandilocuente, subrayada y “emotiva” a cargo de Marco Beltrami. El film se sigue sosteniendo por sus propios méritos y es igualmente recomendable, pero la sensación es como si un tractor hubiese pasado sobre un jardín cuidado en un principio con mucho esmero.

La película arranca en el día 89 después de lo que suponemos ha sido una invasión extraterrestre que ha aniquilado a buena parte de la humanidad. Las calles y los negocios están vacíos y en un supermercado vemos a los integrantes de una familia buscando medicamentos y artefactos varios. Los protagonistas son un matrimonio (nota al margen: John Krasinski y Emily Blunt también están casados en la vida real) y sus tres hijos. El más pequeño se lleva pese a la negativa de su padre un cohete a pilas y el ruido de ese juguete será la causa de su inmediata muerte. ¿Por qué? ¿Cómo? La Tierra ha sido invadida por unos aliens ciegos, pero con una capacidad auditiva extraordinaria. Por eso, para sobrevivir, los humanos no deben hacer el menor de los ruidos o inmediatamente llegarán al lugar esas criaturas exterminadores.

Tras ese impactante prólogo de unos pocos minutos, el film salta a casi un año después con los protagonistas todavía dominados por el dolor, pero con la madre embarazada. Veremos cómo han desarrollado un complejo sistema de supervivencia, ocultamiento, vigilancia y autodefensa, pero -claro- los ruidos fruto de cualquier accidente doméstico son algo inmanejable y generan un pánico constante sobre todo en el hijo varón (la hija preadolescente es sorda y está interpretada por una actriz muy expresiva que también ha perdido la audición llamada Millicent Simmonds).

Con elementos propios del cine clase B (y una versión claramente mejorada de las apuestas de M. Night Shyamalan), Un lugar en silencio se arriesga a trabajar durante la primera mitad casi sin diálogos y con muchos silencios hasta que la apuntada invasión musical rompe esos climas para crear artificialmente otros no tan logrados. De todas maneras, se trata de una excelente carta de presentación de Krasinski como director (sus films previos no eran particularmente brillantes), coguionista y coprotagonista. Se trata, en definitiva, de una de las primeras sorpresas del año llegadas desde el corazón de Hollywood.