Un día en Constitución

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

Gente que define un país

Punto de llegada y de partida de cientos de miles de personas que diariamente llegan a la terminal de trenes, con los más variados fines, el documental de Juan Dickinson, sigue cada minuto del día, de lo que sucede en esa gigantesca babel de personas anónimas que marcan un ritmo incesante que sólo decae con las últimas horas de la noche.

"Un día en Constitución" es un filme que refleja una parte del tipo de gente que lo puebla y algunas de las características que definen a una micro-sociedad que se mueve en el marco de una clase media y baja.

La película esquiva de mostrar los trenes que van a los centros de veraneo, como Mar del Plata y se inclina por captar con su cámara los que vienen del conurbano bonaerense a trabajar a la ciudad.

OTROS ESPACIOS

Manifestaciones, bombos, los uniformados que hacen su ronda por los distintos espacios del edificio de la terminal, un violinista que duerme en uno de los pisos altos desocupados; o un improvisado gimnasio en los subsuelos son parte de este documental.

A través de los vendedores, de lo que se compra, se consume, o incluso del color de la vestimenta de los que transitan por Constitución, también puede definirse la procedencia de los que por el lugar pasan diariamente.
Datos como el mostrar el sutil devenir de una prostituta y sus clientes, o el cameraman que busca la noticia del día en la terminal, son parte de esta original película, en la que el director Juan Dickinson, hace latir el corazón de una ciudad, tomando como recorte una estación de trenes.