Un despertar glorioso

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Es tan adorable...

Una entradora Rachel McAdams se roba el protagonismo.

Es sumamente probable que comedias como ésta usted haya visto montones. Los primeros títulos que saltan a la memoria van de Secretaria ejecutiva a El diablo viste a la moda , no sin pasar por Detrás de las noticias o El diario , porque Un despertar glorioso tiene una protagonista workaholic como las de las dos primeras -y tiene que soportar jefes o compañeros de trabajo insufriblemente egocéntricos- y transcurre en un medio de comunicación, aquí la TV.

Y no cualquier TV: la de la mañana, o mejor, la de la primerísima mañana.

No es extraño que hasta los conductores se queden dormidos a la hora de presentar las noticias en el canal en el que Becky (Rachel McAdams, de Diario de una pasión a Sherlock Holmes ) es una productora que promete. Pese a ello, es echada de su trabajo y consigue un lugar en otra televisora -ahora sí, en Manhattan- con una misión cuasi imposible, aceptando un salario inferior al que tenía y con conductores y equipo de producción tan adormecidos que uno no sabe si cuando los ve se acaban de despertar o nunca se acostaron.

En fin, digamos que Roger Michell ( Un lugar llamado Notting Hill ) no hace más que acomodar el ambiente para que McAdams se luzca -siempre- y se sienta a sus anchas al lado de dos pesos pesados como Harrison Ford y Diane Keaton, que deben asumir a la fuerza la conducción de Daybreak , un programa de TV a punto de desaparecer por los bajos ratings. Se lo merecen: por momentos Keaton parece presentar un Boluda total de Fabio Alberti, y Ford, que hace de periodista prestigioso obligado a cumplir un contrato, no quiere saber nada con esto.

La comedia tiene esos elementos que distinguen a las producciones hollywoodenses que pretenden emular aquella otrora era dorada. Y no será casualidad que el guión sea obra de Aline Brosh McKenna, quien cada dos años ofrece trabajos como Las reglas de la seducción , El diablo viste...

y 27 bodas , en los que suele colarse el glamour y el ingenio en las situaciones planteadas y los diálogos.

Lo dicho: McAdams está tan adorable que al filme pueden perdonársele unos cuántos -muchísimos- clisés (desde el quedarse dormida y levantarse a las corridas, hasta las metidas de pata en un videograph o lo que fuere que salen al aire). El elenco que la acompaña ciertamente no desentona, y además de Ford y Keaton -el gancho para el público más adulto-, están un Jeff Goldblum desatado y con las mejores líneas de diálogo, y el ascendente Patrick Wilson, como su novio.

Divertida, Un despertar glorioso es como una brisa en una cartelera adocenada. Pasajera, pero brisa al fin.