Un despertar glorioso

Crítica de María A. Melchiori - Cine & Medios

Joven profesional busca desafío

Becky Fuller (Rachel McAdams), una treintañera adicta al trabajo y llena de energía, no ha conseguido acercarse siquiera a su mayor sueño: producir el programa "Hoy", el matutino más exitoso de la televisión abierta nacional. Sin embargo, está conforme con su trabajo en un programa de segunda línea; eso, hasta que deciden despedirla en lugar de promoverla. Porque Becky, con toda su experiencia, dedicación y entusiasmo, no es graduada universitaria ni experta en marketing.
Pese al desaliento momentáneo, Becky busca trabajo en cualquier otro lugar donde sus servicios puedan ser apreciados. Por eso, cuando Jerry Barnes (Jeff Goldblum), responsable de una pequeña cadena, le ofrece revitalizar un programa de casi cinco décadas al aire, ella acepta encantada... sólo para encontrarse con un absoluto caos. "Amanecer" es un matutino de tercera línea, cuyo único elemento inmutable es su conductora femenina, la ácida Colleen (Diane Keaton); ansiosa por probar su valía, Becky contrata como partenaire de Colleen a un periodista legendario, Mike Pomeroy (Harrison Ford), conocido por su mal genio y su temperamento difícil.
Becky deberá probarse frente a sus empleadores no sólo como la trabajadora incansable y creativa que es, sino como una mujer de temple frente a unos cuantos veteranos del negocio televisivo, que no le ponen las cosas fáciles a la hora de rescatar un programa en la cuerda floja.
En esta cinta con guión de Aline Brosh Mckenna (responsable de comedias simpáticas y muy eficaces como "El diablo viste a la moda" y "27 bodas") podría decirse que el cine se ríe de la televisión. Pero toda la trama es tan ligera que el peso de la historia y su mayor interés reside inevitablemente en los personajes y sus interacciones. Las bambalinas de un programa matutino resultan el condimento de una cinta que pasaría sin pena ni gloria si no fuera por el trabajo de algunos de los actores. Y no precisamente de los más renombrados...
Por momentos el veterano periodista a cargo de Harrison Ford (¿o quizás él mismo?) genera una incomodidad que es un poco hija de su gestualidad acotada, y de un guión que lo deja como personaje incoherente o poco verosímil, más que como un hombre cínico y fuera de lugar en la estructura de "Daybreak", que es lo que posiblemente hubiera funcionado mejor. Por suerte, Rachel McAdams es un buen prospecto para cintas de este tenor, una buena contraparte para Diane Keaton (bastante desaprovechada en un rol que podría haber sido de cualquier otra actriz) y tan arquetípica por momentos, que se vuelve simpática sin mayores pretensiones, eficaz sin llegar a deslumbrar (como sí pasó en "Chicas pesadas"), y un muy buen elemento cohesivo para ese equipo de producción que se roba todo el interés de la trama.