Un bello sol interior

Crítica de Gustavo Castagna - Subjetiva

Un bello sol interior, de Claire Denis
Por Gustavo Castagna

Es y no es tanto un film de Denis. Se acerca y luego de aleja de sus obsesiones temáticas y formales, de aquello por transmitir mucho con muy poco sin caer en diatribas psicológicas ni en planteos pueriles sobre el rol de la pareja, la mujer como centro del relato, el paisaje y su importancia dramática, la lectura política y social como contexto. 35 Rhums, la opera prima Chocolat, Bella tarea y su exacerbación sobre la piel, El intruso y su extrañamiento en cada uno de sus planos, la pareja de Vendredi Soir. En medio de ellas, esa exaltación de la sangre que componían las enfermizas imágenes de Trouble Every Day (acá conocida como Sangre caníbal) y los inolvidables labios de Beatrice Dalle que ni Vincent Gallo, sumergido en su propia voracidad vampírica, podrá controlar.

Y así se llega a Un bello sol interior, que toma como disparador argumental el ensayo “Fragmentos de un discurso amoroso” de Roland Barthes para describir las idas y vueltas de una mujer de más de 50 años, su (im)posibilidad de comprender el amor de acuerdo a los hombres que la rodean, los enigmas y las preguntas del caso, su divagar a la búsqueda de respuestas que oscilan entre una bienvenida filosofía de café o restaurante muy caro y parisino junto a algunas frases que trasmiten cierta banalidad y presuntuosidad excesivamente “francesa”.

Isabelle está separada, tiene una hija diez años, mantiene una relación con un banquero casado, conoce y se acerca a un actor más joven que ella, en una fiesta bailará con otro sujeto que la desea desde la mirada, establecerá algo más que una amistad con un tipo que la comprende (Alex Descas, actor recurrente en Denis) y tendrá una visita efímera y de corte definitivo de su ex. La película se estructura a base de falsos capítulos que van conformando un film sobre el amor con intenciones teóricas, como si Denis, a través de Isabelle, buscara esas respuestas para comprender a su personaje en relación a los otros. La apuesta es feliz pero riesgosa, bienvenida en su lustrosa iluminación, vestuario, decorados (el film trabaja espacios cerrados más que abiertos) pero al borde de cierta tipología que caracteriza al cine francés de alta calidad formal, soberbio y creído en sí mismo en su formulación, supuestamente importante desde la propuesta pero vacío en sus contenidos.

En efecto, Un bello sol interior coquetea con el cine “du qualité”, llegando al borde del abismo pero, la mano de Denis, lo rescata de la puerilidad y los lugares comunes del caso. En ese punto, cuatro, cinco escenas resultan valiosas para oponerse al “packaging” que irradia la hora y media de film. Isabelle hablando con su amiga en el baño, Isabelle puteando y enojándose con algunos amigos en una excursión bucólica, Isabelle escuchando y mirando, en el desenlace, al enorme (en todo sentido) Gérard Depardieu y su oscilante péndulo que certifica el pasado, el presente y tal vez el futuro del personaje central.

Y, claro, a propósito, dejé estas líneas para el final. Juliette Binoche es Isabelle y la película, la puesta en escena, la hora y media de su duración, rondan alrededor suyo: su mirada, sus movimientos, sus silencios, su llanto contenido, su risa, su sonrisa estentórea, sus ojos vidriosos. Nada sería igual, seguramente diferente, si ella no fuera la protagonista de Un bello sol interior.

Godard, en su momento, con la ironía que lo caracterizaba en los años sesenta, sostuvo que Vivir su vida era un documental sobre Anna Karina. Más adelante, Truffaut afirmó (totalmente enamorado) que La historia de Adela H no era una ficción sino un documental sobre un rostro, el de Isabelle Adjani. Pues bien, acá está el tercer ejemplo: ver y disfrutar de Juliette Binoche permite sugerir que el film de Denis representa mucho más que una ficción sobre un personaje que busca respuestas sobre el amor. En conclusión: sigo enamorado de ella.

UN BELLO SOL INTERIOR
(Un beau soleil intérieur). Francia, 2017. Dirección: Claire Denis. Guión: Christine Angot y Claire Denis inspirada en Fragmentos de un discurso amoroso, ensayo de Roland Barthes. Música: Stuart Staples Fotografía: Agnés Godard. Con: Juliette Binoche, Gérard Depardieu, Valeria Bruni Tedeschi, Nicolas Duvauchelle, Josiane Balasko, Xavier Beauvois, Alex Descas, Bruno Podalydès, Paul Blain. Duración: 94 minutos.