Un año más

Crítica de Lucía Roitbarg - EscribiendoCine

Año nuevo, ¿vida nueva?

Para ver Un año más (Another year, 2010) se debe elegir uno de esos días en los cuales la fortaleza de espíritu esté a flor de piel, pues con este film el director Mike Leigh penetra zonas bastante frágiles y dolorosas de los seres humanos. Como si esto fuera poco, el tiempo que se toma para desarrollar la temática es aletargado. Si bien con mucho diálogo y escenas extensas, la película no se torna aburrida pues tiene un buen argumento y excelentes actuaciones.

Tom (Jim Broadbent) y Gerri (Ruth Sheen) conforman uno de esos matrimonios cuasi perfectos y armónicos. Los años vividos y la experiencia solidificaron su lazo amoroso, el respeto y la confianza. En su confortable hogar reciben cada tanto a Mary (Lesley Manville), compañera de trabajo de Gerri y amiga de la pareja, quien está a punto de tocar fondo: neurótica, depresiva y alcohólica, ahoga sus penas en la casa de Gerri y Tom, al parecer, su único sostén afectivo. Mary está enamorada del joven Joe (Oliver Maltman), hijo de la pareja, si bien él solo la ve como una tía aunque ella no lo admita. Un amigo de Tom, otro alcohólico depresivo, y su hermano recién enviudado son los otros personajes que completan el drama.

La mirada del director a sus personajes es clave en este film porque hay una intención por exponerlos en su vulnerabilidad, sobre todo a Mary. Mike Leigh logra las mejores escenas cuando busca representar la tensión entre sus personajes. En este sentido, el alcohol se presenta en la película como un elemento clave, pues aquellos que están tristes y deprimidos sólo se dedican a beber y se tornan patéticos a la mirada ajena.

Pero por otro lado, el film está lleno de momentos de este estilo, y se abusa también de la presencia de la bebida como vía de evasión. Así, su intento por representar temas como la soledad, la depresión, el alcoholismo, y la incomodidad social que producen, se transforma por momentos en un cliché efectista para generar pena y condescendencia.

Un año más tiene excelentes actuaciones, diálogos efectivos con los que el director consigue un clima espontáneo y familiar, pero parece caer en la trampa del drama, donde los personajes sólo funcionan con un rasgo que los define en todo el film y donde para humanizarlo el dolor no debe faltar nunca. Esta cualidad vuelve un poco denso a un film que tiene una búsqueda noble e interesante.