Un año más

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

La vida misma, nada más que eso

Es más que probable que el cine de Mike Leigh no recupere el carácter corrosivo de sus primeros títulos (La vida es formidable; Naked), ni la amplitud temática, narrada con elegancia y sin bajadas de línea que transmitía Secretos y mentiras, acaso su película más reconocida. Los últimos ejemplos de la obra del cineasta británico (Topsy Turvy; Happy Go Lucky) mostraban su peor veta a través de un optimismo forzado y simplón, pero Vera Drake, oscura historia de una abortista recordaba al director de antaño.Y así es: Leigh habrá perdido la ferocidad sin contemplaciones de tiempo atrás, pero también es más que probable que jamás haga una película despreciable. Un año más es una película menor, académica, intensa y de perfil bajo donde nada importante ocurre entre diez personajes de diferentes características, algunos viviendo el otoño de sus vidas y otros sin haber alcanzado ni una primavera feliz. Leigh divide el año a través de las estaciones, pero en este caso se agradece la obviedad, ya que los personajes se irán modificando, aun el perfecto matrimonio central de Tom y Gerry (geniales nombres), que jamás se pelean y conforman la pareja ideal para escuchar a los otros (hijos, amigos, amigas) en su coqueta casa.Efectivamente, Un año más es una película muy conversada y hasta se imagina un guión literario de cientos de páginas, pero los diálogos suenan prolijos e impecables. La cámara, por su parte, se somete al primer plano o a planos en conjunto sin excesivos virtuosismos, acaso porque la historia no lo necesita. Y están los actores, notables todos, algunos de ellos del clan habitual del director, componiendo personajes que viven momentos felices, brindis varios y reuniones grupales donde se transmite una amarga alegría, pero también, ocasiones donde la muerte y la ausencia se hacen presentes y el dolor por la pérdida desconcierta, apabulla, construye la futura soledad que no podrá detenerse. Dentro de ese  sobresaliente casting, Lesley Manville (María) sobresale con sus confesiones al borde de la catarsis lacrimógena. Al fin y al cabo, se trata de la vida misma.