Tu amor, mi perdición

Crítica de Miguel Frías - Clarín

Laberinto de pasiones

El experimentado actor Louis-Do de Lencquesaing, aquel adicto al trabajo que moría súbitamente en El padre de mis hijos (de Mia Hansen-Love), debuta como realizador con Tu amor, mi perdición. Es, además, su atribulado protagonista: interpreta a Paul, un escritor separado que tiene un affaire con Ada (la italiana Valentina Cervi), bella editora literaria que está a punto de casarse con su novio de años, con el que tiene una hija.

Planteado así, cualquiera pensaría que la película se centra en el triángulo amoroso. Pero no, no del todo. En realidad, Tu amor... va mostrando -y enhebrando- los vínculos sentimentales en distintas etapas de la vida. Lo hace a través de tres generaciones: la de la madre del protagonista (Marthe Keller) -que enviuda a poco de empezado el filme-, de Paul -que, en pleno duelo, afronta la relación con Ada- y de Camille, hija de Paul, que padece vaivenes emocionales con un joven deportista (Alice de Lencquesaing, hija del director en la vida real e hija de él en El padre de mis hijos hace también de su hija en Tu amor...).

Uno de los problemas del filme, acaso típico de muchas operas primas, es cierta tendencia a la dispersión, en su intento por abarcar un amplio abanico de temas y personajes (también se muestra la relación de Paul con su hermano, interpretado por Xavier Beauvois, director de De dioses y hombres). Otro problema, es su medio tono, oscilante entre el drama amable y -en menor grado- la comedia agridulce. En ambos casos, el espectador puede mantenerse a una distancia cómoda, a resguardo de cualquier angustiante empatía.

Y sin embargo, o por esto mismo, hablamos de un filme agradable, que acepta ser “leído”, también, como una novela que su protagonista va escribiendo. De Lencquesaing dijo que era probable que El padre de mis hijos le hubiera permitido hacer esta película. Y en cierto aspecto, la pérdida paterna parece imponerse, en Tu amor..., por sobre las pasiones difíciles.