Truman

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Los últimos días

Un hombre viaja desde Canadá a España cuatro días para visitar a su amigo moribundo. Tomás (Javier Cámara) es español, Julián (Ricardo Darín) es argentino, ambos pasarán cuatro días juntos que sin duda son una despedida. El amigo que se está muriendo aun lleva una vida casi normal, es el no querer seguir con el tratamiento para combatir un cáncer avanzado lo que le asegura una pronta muerte. Dos personajes más los acompañan. La prima de Julián, Paula (Dolores Fonzi) y el perro viejo que tiene Julián, Truman.

No es Truman el personaje principal de la película como podría indicar el título o los afiches. No es una película sobre un perro, es una película sobre la amistad. Bueno, entre otras cosas, sobre la amistad. Para eso el director Cesc Gay, director y guionista, elige realizar su film más tradicional sin perder por eso un estilo sobrio, mesurado, con pocas y pequeñas explosiones dramáticas. Aportando, incluso, inteligentes pinceladas de humor.

Es muy sutil la manera en la cual el director se diferencia del drama de explotación de enfermedad tan vulgar -y agotado- por la televisión y el mal cine. Cesc Gay film con estilo, elige encuadres bellos, nada perezosos, pero tampoco permite jamás que la puesta en escena llame la atención sobre su trabajo. Muchas resoluciones brillantes se mezclan con resoluciones tradicionales y más estándar, lo que le permite al film ser más masivo sin perder su esencia.

Desde la primera escena, el juego de Truman es construir un relato donde la emoción esté rodeándolo todo pero nunca se manifieste del todo. Cada escena está llena de drama, de tristeza, de sentimientos. Pero esta amistad entre dos hombres no abre la puerta del llanto ni el golpe bajo. Como ellos, se guarda las palabras que provocarían la lágrima, le alcanza con pintar las viñetas que acompañan a los dos protagonistas a lo largo de esos cuatro días. La relación de ambos con la muerte y la reacción de otros tantos personajes frente a lo inevitable cuando se cruzan, tal vez por última vez, con Julián.

Dos actores sostienen las ideas del director y el director se apoya en ellos para lograr que la película tenga sentido. Cámara y Darín, Darín y Cámara, ambos se lucen por igual, cada uno haciendo un papel distinto. El del premio cantado, el enfermo, el obligado a acompañar, que es el otro. Pero ambos están igual de bien, igual de sobrios. Lo mismo para Dolores Fonzi y para el grupo de actores que aparecen en pequeñas escenas. Salvo dos o tres instantes de explosión dramática y vueltas menos sofisticadas que el resto del film, Truman juega con temas difíciles y sale airoso porque ve más allá de la superficie. No hay grandes temas, hay grandes películas. Condenada al perfil bajo por su propia humildad, Truman es una película que triunfa ahí donde muchas otras fracasan, sin duda algo meritorio.