Truman

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Cita con la muerte

Ricardo Darín y Javier Cámara se lucen en esta tragicomedia sobre la despedida entre dos viejos amigos cuando a uno de ellos se le diagnostica un cáncer terminal.

Experto en historias corales, el catalán Cesc Gay cambia por completo en Truman de estructura narrativa para ofrecer una película íntima y confesional, concentrada en dos personajes (y el perro del título). Una tragicomedia que va del melodrama (asordinado, unplugged) a un bienvenido humor negro para describir la despedida de un amigo a otro que se está yendo. Un film duro y doloroso, sí, pero que elude con sabiduría y sensibilidad el riesgo permanente del golpe bajo (aunque se le escapa alguna trompada) para constituirse, en definitiva, en un acercamiento sincero y visceral a la amistad masculina.

Julián (Ricardo Darín) es un actor argentino que vive en Madrid, trabaja en teatro y al que le diagnostican un cáncer terminal. Ha decidido abandonar cualquier tipo de tratamiento y prepararse para morir de la forma más digna posible. Sus obsesiones pasan, por ejemplo, por conseguirle un nuevo dueño a su viejo perro Truman. Tomás (Javier Cámara), un profesor universitario que vive en Winnipeg, Canadá, llega para acompañarlo y despedirse luego de mucho tiempo sin verlo.

Las tensiones, reproches y silencios iniciales se irán disipando para dar lugar a una conexión que Gay y sus dos intérpretes trabajan a pura contención. Así y todo, es casi imposible no llorar durante buena parte de la película y salir del cine con el corazón destruido (y ni les cuento cuando suena Canción para los días de la vida, de Spinetta). Es que en la propia esencia del film (basado en una historia real que le ocurrió al director de Hotel Room, Krámpack, En la ciudad, Ficció y Una pistola en cada mano) conviven su profunda humanidad y su desgarro emocional.

Julián y Tomás viajarán a Amsterdam para encontrarse con el hijo veinteañero del primero; y en escena también aparecerá Paula (Dolores Fonzi), quien condensa y exhibe toda la tristeza, la angustia, el enojo y el agobio ante semejante trance que los dos hombres tratan de disimular.

La muerte, se sabe, no es un tema precisamente marketinero y, por lo tanto, será todo un desafío para la exitosa carrera de Ricardo Darín ver si puede llevar también a este film a buen puerto comercial. A nivel artístico, su trabajo es encomiable y aporta mucho para lo que en definitiva es una exploración inteligente y sensible de un conflicto tan extremo.