Tres recuerdos de mi juventud

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Recuerdos de juventud, casi todos entretenidos

Fascinante y emotiva para unos sobre todo cuando llega al último capítulo, apenas bien hecha y artificiosa para otros que consideran estirado ese último capítulo, esta cinta de Arnaud Desplechin es la más llevadera, menos enredada y menos larga (123 minutos) de las que se conocen por estos lares. Las anteriores son "Reyes y reinas" (una madre soltera, su padre enfermo, otras historias paralelas, todas antojadizas, 150 minutos) y "El primer día del resto de nuestras vidas" ("Un conte de Noel", una extensa reunión familiar, una madre egoísta requiere el sacrificio filial, también 150 minutos).

En este caso, un tal Paul Dedalus vuelve a su patria luego de varios años, pero la historia nos muestra dos cosas. Primero, hay otra persona con ese mismo nombre y pasaporte. Eso nos lleva al recuerdo de ciertos episodios de los 80, cuando Dedalus adolescente viajó a la URSS en rol de cuasi-agente secreto. Segundo, así como la patria del hombre es su infancia, según dicen que dijo el poeta Rainer María Rilke, el Dedalus adolescente declara enamorado que su patria es el cuerpo de su amada, y su amada entera. A esa patria quisiera volver después de tantos años.

La historia se arma entonces en un prólogo y tres capítulos: la infancia tortuosa, la aventura en el exterior, y, la historia de su amor, también tortuoso pero atrapante para el sujeto en cuestión. Por ahí van los tres recuerdos anunciados en el título en primera persona. Allí se suceden una rusita dulce, cariñosa y ordenada, varias francesitas engrupidas que se hacen las interesantes, madres rayadas, padres sufridos, un narrador en tercera persona, cartas leídas a cámara, pantalla dividida, un guión arrebatado, lleno de agujeros, viajes, andanzas por Roubaix, Bielorrusia y Tadjikistán, traiciones imperdonables, reflexiones, declaraciones, penas, orgullos, arrepentimientos, parientes, ese asunto del otro tipo con el mismo nombre, que suena a excusa pavota, una relación llena de vueltas y antojos a lo largo de demasiados años y algunas escenas de bienvenida frescura y sensualidad, a cargo de una parejita de chicos debutantes: Quentin Dolmaire y Lou Roy-Lecollinet.

Esto último tiene además la cualidad de provocar recuerdos en los propios espectadores. Por su parte, Desplechin tiene la capacidad de recuperar unos personajes elaborados en su ya lejana "Comment je me suis disputé...(ma vie sexuelle"), de 1996, e inventarles esta especie de precuela evocada con relativa nostalgia. En esa obra, aquí vista sólo en funciones especiales, los intérpretes eran Emmanuelle Devos y Mathieu Amalric, que ahora reaparece como Dedalus adulto. También hay un Paul Dedalus en "El primer día...", pero más bien parece un homónimo.