Tótem Lobo

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

El cine sólo como un gran espectáculo

Annaud opta por una historia situada en la China de la Revolución Cultural de Mao. El joven Chen Zhen y lobos hambrientos protagonizan un film más grandilocuente que trascendente.

Cuando hace tres años el asiático domesticado en Hollywood, Ang Lee, se llevó premios y aplausos por Una historia extraordinaria, tal vez sin saberlo, reinventó una categoría cinematográfica: la película deslumbrante y vacía. A los pocos meses vino Gravedad de Alfonso Cuarón y su viaje espacial con solo dos ocupantes perdidos en medio de estrellas, planetas y meteoritos. Ambas, claro está, provistas de los anteojos 3D para deslumbrar y mirar azorado hasta dónde el cine actual puede convencer a propios y extraños desde su objetivo primigenio de vehículo de masas. Sin anteojos de por medio pero con el formato Imax como impacto no casual, ahora el menos que discreto cineasta francés Jean-Jacques Annaud irrumpe con un tercer ejemplo de un cine-concepto dirigido al vacío. Los antecedentes menores (La guerra del fuego, El oso, El nombre de la Rosa) y francamente olvidables (El amante, Siete años en el Tíbet) tampoco anunciaban una mejoría, ya que el director, ambicioso y vacío como su obra, nunca ubicada en un perfil bajo sino en un plano de inexplicable grandilocuencia, ahora decidió interesarse por una historia situada en la China de la Revolución Cultural de Mao, pero tomando como centro geográfico a las interminables y gélidas planicies habitadas por mongoles y lobos. Por supuesto que la primera crítica que se transmite refiere al poder inquisidor de la política de Mao Tse-tung y al envío de miles de jóvenes estudiantes hacia esos parajes para adoctrinar a los pastores nómades de origen mongol. Luego de ese anclaje de torpe lectura política, aparecen los protagonistas principales: el joven Chen Zhen y las decenas de lobos hambrientos y voraces que pueblan el lugar. El punto de inflexión de Tótem Lobo serán los cuidados intensivos y el control en el crecimiento de un pequeño lobezno a cargo del personaje (humano) principal. Habrá más de un imprevisto ataque animal, una lucha encarnizada entre el joven educador y los pobladores, una lectura ecologista de manual, la decisión del gobierno de acabar de una vez por otras todas con los lobos y la elemental mirada de un director que se decide por un cine-espectáculo que recuerda a los peores exponentes del cine estadounidense de los años 50 y sus pantallas anchas. La comparación, en ese sentido, no es casual, ya que Tótem Lobo adquiere esa categoría presuntuosa y vacía de un cine que explota el total de la pantalla como hacían aquellos "péplums" de antaño que sólo disimulaban su pereza estética para exhibir su fachada de naturaleza inerte. En resumen, lindos paisajes, lobos feroces y naturaleza más que muerta.