Tortugas Ninja 2: Fuera de las sombras

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

TORTUGAS ABSURDAS Y UN POCO ARBITRARIAS

Los orígenes de las Tortugas ninja son aparentemente difusos, para cada persona, depende de cuál de las formas en que fueron comercializadas llegó primero. Parecen venir de una película de 1990 dirigida por Steve Barron con marionetas de Jim Henson pero, en realidad, antes hubo una serie animada hecha para vender una extensa línea de juguetes de una empresa que tenia los derechos de unos cómics independientes creados por Kevin Eastman y Peter Laird en 1984, cuya idea de origen era parodiar y homenajear el trabajo de Frank Miller que, en aquellos años, estaba moldeando los paradigmas de lo que luego conoceríamos como la edad oscura de los cómics. Fueron un producto emblemático y simbólico de los años 80, que rápidamente pasó de ser una expresión artística subversiva de culto a un objeto industrial para vender, a puro marketing, en grandes cantidades. En este caso, Platinum Dunes, la productora del infame director Michael Bay, que había tomado la posta de la historia económica de las tortugas con el reboot de 2014 llamado Tortugas ninja a secas, se aparece con esta secuela despareja y ruidosa.

Si algo podíamos rescatar de aquella primera parte era la capacidad del director Jonathan Liebesman para utilizar los recursos técnicos y estéticos de la factoría Bay para hacer algo medianamente digno y disfrutable. Hablamos de esa cámara inquieta, ansiosa y poco rigurosa, ese CGI demasiado brillante y artificial del que están compuestos tanto Transformers como las Tortugas en este caso, y las secuencias de acción que aturden y que suelen ser incomprensibles, sin mencionar el infaltable machismo. Liebesman le imprimía a las costumbres de Bay un poco de alma y fluidez, entonces uno podía sentir empatía con las tortugas, podía comprender y disfrutar la gran secuencia del camión en la nieve y hasta reírse del chiste de Will Arnett mirando el culo de Megan Fox sin demasiada culpa gracias al gran timing de la secuencia.

Al director de Tortugas ninja 2: fuera de las sombras, Dave Green, le pasa algo parecido, lidia con problemas similares a los de Liebesman, pero no saca del todo a flote este barco ruidoso y aturdidor. La principal diferencia es que Green no es igual de ajustado que Liebesman para administrar los recursos, aunque es cierto que tiene que introducir más personajes y cambiar el perfil de otros. Las principales fallas vienen por el lado del guión, que está sobrecargado además de ser ridículo: se nos introduce más o menos bien a los nuevos personajes, que son muchos, porque evidentemente la intención fue meter todos los elementos de la serie animada que faltaban en la entrega anterior. Aparece Krang, el nuevo villano, dice su plan y se va, hasta que vuelve a aparecer al final porque vive en otra dimensión y por alguna razón quiere invadir la Tierra. Sí, es descuidado como en la anterior película, pero además no se esfuerza en lo más mínimo en construir a este nuevo villano, del cual las Tortugas no saben nada hasta que todo se reduce a una batalla final a puras patadas y piñas. Todo este absurdo es un poco insalvable y sólo se puede explicar en perspectiva con la serie animada, porque si no parece como que todo el universo argumental de esta nueva franquicia se hubiera vuelto loco y absolutamente arbitrario. Si le sumamos que el humor de la película no tiene tan buen timing como la anterior y que tampoco tenemos la misma justeza a la hora de las secuencias de acción fundamentales, debemos considerar a esta nueva entrega de las Tortugas como una película fallida.

En resumen, Tortugas ninja 2: fuera de las sombras se forma al tomar la primera parte y agregarle todo lo que faltaba de la serie animada, sumándole la batalla final de Los Vengadores (Joss Whedon, 2012). Esto llevado a cabo por un director sin demasiada pericia a la hora de hacer conjugar todos los elementos de manera armoniosa, que no logra escapar