Todo queda en familia

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Las impensadas combinaciones y derivaciones de los vínculos entre hombres y mujeres dominados por una arrebatada pulsión erótica, son la temática esencial del film de origen croata Todo queda en familia. Personajes que conforman un par de matrimonios de dos hermanos varones, en los que se incluyen amantes diversos e hijos de dudoso origen. El arranque del film es muy gráfico, con el padre artista de Nikola y Braco internado en un hospital, que deja ver antes de morir bocetos plagados de situaciones sexuales inspirados por la enfermera de turno. Algunos toques risueños como este forman parte de la trama, que también transita por la nostalgia y el melodrama en un cóctel relativamente equilibrado, con un par de escenas logradas.

Las relaciones paralelas de los personajes los empujan a una suerte de doble vida en la que ciertos modismos y reacciones no dejan de resultar algo extraños, quizás por ser costumbrismos propios de la región. De todos modos que ambos hermanos continúen con sus tareas y sus amores a la mañana siguiente de la muerte de su padre, llama la atención. Las actuaciones, convincentes y entrañables, son un aspecto muy destacado del film, al igual que un personaje extra: el fascinante paisaje urbano de la ciudad de Zagreb.