Todo lo que necesitas es amor

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Boda con planteos

Todo lo que necesitas es amor, de la directora danesa Susanne Bier, es una historia que ancla el drama en la crisis de dos familias.

Susanne Bier es una directora danesa muy activa, con un promedio de una película cada dos años, desde 1990 a la actualidad. En todo ese tiempo recibió numerosos premios europeos e incluso ganó un Oscar a mejor película extranjera con En un mundo mejor (2010), que junto a Hermanos (2004) y Después de la boda (2006) son algunos de sus títulos más difundidos en Argentina. Todo lo que necesitas es amor también viene de lograr alguna presea a nivel europeo, y sin embargo es de una talla media.

Bier es una realizadora que busca los temas familiares fuertes y controversiales con su cámara. En Hermanos, dos hombres tienen una afrenta cuando uno de ellos parte a la guerra en Afganistán mientras el otro toma su lugar entre la mujer y los hijos que quedaron. En Después de la boda, un empresario exitoso rastrea al ex amante de su esposa en África para pedirle un favor muy especial.

En Todo lo que necesitas es amor también hay un empresario involucrado (interpretado por Pierce Brosnan, la figura por lejos más conocida del elenco) en una boda que pone en contacto a dos familias que acaban de conocerse. Esos dos clanes están en crisis y una vez más en esta clase de filmes el festejo se convierte en una dolorosa oportunidad para sacar los problemas afuera, aprovechando el ambiente relajado y abundante en alcohol.

En alguna parte se dijo que esta película es una comedia. Bueno, el humor danés no es el nuestro, pero también existe un lenguaje universal de la risa que aquí no se habla del todo correctamente. La historia parece querer disimular el drama, más que nada, y esa ambigüedad no la beneficia demasiado. Además, el drama que queda al descubierto promete más de lo que cumple.

Las imágenes sí son fabulosas. La ambientación sucede casi por completo en una casona en Sorrento, cerca del empeine de la bota italiana. La fotografía destaca al mar, los miradores, las galerías, los faroles, el pueblo montañés adornado con hortensias y geranios y, en cada rincón, los muelles con sus veleros. Placer tras placer. Lo mismo que la plantación alrededor de la casa de la boda: un increíble limonar.