Tinker Bell y la bestia de Nunca Jamás

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Hadas, bestias y una tierna amistad.

Después de seis películas dedicadas a Tinker Bell y sus amigas, está claro que el personaje conocido por formar parte del relato de Peter Pan ya hace tiempo que tiene vuelo propio. De hecho, el vuelo y esas alitas brillantes que aparecen siempre en primer plano, demostrando una y otra vez el carácter mágico de todo el cuento, hicieron mucho por establecer la popularidad de esta serie de films entre el público infantil. Aunque los primeros intentos de establecer a Tinker Bell (la Campanita de antaño) no se destacaban por la sutileza de sus mensajes pedagógicos y en algún momento exageraban con las lecciones camufladas entre haditas varias, lo cierto es que en este caso la fórmula alcanzó su mejor medida.

Esta vez en el centro del relato que transcurre en el bellísimo y pacífico mundo de las hadas está Fawn, cuya labor y pasión en la ordenada sociedad mágica es ocuparse del bienestar de los animales con los que conviven. Claro que el cariño y el cuidado de Fawn por todo bicho que se le cruce a veces provocan más de un inconveniente para el resto. Sus amigas, con Tinker Bell a la cabeza, la protegen y defienden incluso cuando insiste en cuidar a un pichón de águila que podría devorarlas sin esfuerzo, pero sus impulsos no son tan bien vistos por las exploradoras, una fuerza de elite encargada de cuidar la seguridad del valle de las hadas. Una seguridad que se verá seriamente amenazada cuando la tierna e impulsiva Fawn se cruce con la bestia del título. Una cruza entre oso, mono y comadreja, Gruff, así bautizado por su protectora, tiene unos ojos verdes y unos colmillos que no auguran nada bueno, al menos eso piensan todos menos Fawn.

Con muchos momentos de humor que nunca abandonan la vocación familiar de todo el film (aquí no hay guiños cómicos diseñados para los adultos que dejen a los chicos afuera), la historia avanza de una escena de acción a la otra con alguna secuencia de emoción para equilibrar todo el asunto.

Gracias a un papel protagónico bien escrito, a quien acompaña un grupo de personajes secundarios que aportan coherencia y variedad de miradas al relato, Tinker Bell y la bestia de Nunca Jamás entretiene, emociona y consigue que aun el mensaje lleno de lecciones sobre la vida resulte parte integral y necesaria de la trama.