Tinker Bell: El secreto de las hadas

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Dentro de la saga Disney Fairies, a Tinkerbell le va bien. Digamos que es una franquicia que a las nenas, les gusta mucho. El mundo de las hadas, lo mágico, la ternura del personaje principal, siempre atraen a la platea menuda femenina y esta vez no será excepción. No hay mucho análisis que hacer desde la temática que ofrece, ya que esta franquicia no es cómo otras (las de Pixar, por ejemplo) que conectan al adulto que acompaña a sala con el humor a otro nivel. Esta es una película para un público determinado, y es bueno no pedirle otra cosa que lo que ofrece... aunque debo reconocer que en comparación con las anteriores, me pareció mejor armada y más llevadera.
Detrás de las cámaras, un hombre que ya hizo varias cosas para la compañía (muchos videos), Bradley Raymond. La idea en esta oportunidad es salir de la comunidad y el mundo habitual donde se mueve Tinkerbell y llevarla a un escenario nuevo. Al menos, parcialmente.
Resulta que nuestra hadita un día descubre que su tierra, tiene un límite fijo. Una frontera. En su hábitat natural, hay calor y vegetación, sin embargo, del otro lado, todo es frío. Como siempre, Tink es curiosa e inquieta y una vez que encuentra la manera de transgredir, visita el mundo prohibido (la reina les impide ir porque el cambio de temperatura afecta a las alas) y por esas cosas del destino, da con su hermana. Una hada llamada Periwinkle que pertenece del otro lado. Sus vidas son similares pero distintas, viven en realidades térmicas distintas y por mucho que quieran estar juntas, sino piensan una buena estrategia para resolverlo, deberán seguir separadas a pesar del afecto que descubre que las une.
El tópico sobre el que gira esta entrega es, la fraternidad, sin dudas. Cada personaje (las compañeras de nuestra hadita) ocupa un espacio sólo para acompañar, sin más intención que esa. La trama descansa sobre el conflicto principal (cómo las hermanas pueden superar vivir en universos tan distintos) y en esta oportunidad, hay sólo un par de canciones para que las chicas se aprendan (en las anteriores, teníamos más).
Desde el aspecto técnico, la película luce sólida y el 3D está bien logrado. Hay cierta dosis de humor (un poco más que en las anteriores) pero dentro del tono general de la cinta. A pesar de eso, si el adulto que acompaña está predispuesto, quizas sonría cada tanto y no mire tanto el reloj. Se deja ver y las nenas la disfrutan mucho. Lo cual, no es poco en estos días. Entretenimiento garantizado para ese segmento del público.