Tinker Bell: El secreto de las hadas

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

¿Ver o no ver "Tinkerbell"?

Esta es la cuarta entrega de la serie de películas animadas de Disney, basadas en Tinkerbell (Campanita en el mundo de habla hispana), el personaje creado por J.M. Barrie, un escritor escocés que luchó contra los deseos antagónicos de su familia para convertirse en el creador de Peter Pan.

Tinkerbell: el secreto de las hadas es en realidad una traducción tradicionalista del título original del filme, Secret of the wings, que quiere decir El secreto de las alas. Ello es importante porque alude al significado profundo de esta historia, en la que Tinkerbell, una nueva hermana hasta ahora desconocida llamada Periwinkle, los reyes y los demás habitantes del mundo de las hadas combaten el desequilibrio climático mientras, en segundo plano, rompen con un mito muy fuerte de su cultura, vinculado precisamente a los apéndices que les permiten volar.

En el país de las hadas, existen una zona primaveral y otra invernal. Ambas están comunicadas, pero los habitantes de una región no pueden pasar a la otra sin correr serios peligros. Si los seres de las flores llegasen a pisar el territorio de polar, sus alas se congelarían y se quebrarían para siempre.

El equilibrio permite la subsistencia, pero un hecho desafortunado hace que esa estabilidad se rompa y el blanco frío comience a devorarse a los demás colores. Tinkerbell y su nívea compañera Periwinkle se oponen a que eso suceda, y en un accidente, a la primera de ellas se le congelan las alas y se le quiebran.

El universo de las hadas creado por Disney es simplemente hermoso e imaginativo. Un mundo completo construido con hojas, tallos, flores, juncos, pimpollos, polen, pétalos. El merchandising lo ha sabido explotar luego.

Sin embargo, la historia de esta película carece de varios elementos que otras exponentes del género animado logran recrear: el humor, el ritmo aventurero, e incluso una pizca de la tan necesaria magia de los cuentos.

El filme maneja un nivel de dificultad apropiado para niños muy pequeños (tal vez, de cuatro a siete años), pero es probable que no se muestre atractivo para niños más grandes o para algunos padres, quienes cada vez más concurren a esta clase de espectáculos esperando disfrutar de un entretenimiento familiar.