Tinker Bell: El secreto de las hadas

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Sencilla y sin sobresaltos, la nueva aventura del hada resulta ideal para los más chicos

La nomenclatura "cuento de hadas" es tan amplia que puede incluir los relatos de los hermanos Grimm, a todas las princesas de Disney y hasta relatos de acción con elementos fantásticos que involucren algún que otro reino en manos de una reina malvada. Claro que en el caso de TinkerBell y el secreto de las hadas la definición de cuentos de hadas se aplica de manera literal. Se trata de una nueva historia que transcurre en el bello mundo de TinkerBell, aquella hadita aventurera que acompañaba a Peter Pan en la Tierra de Nunca Jamás, creada por J. M. Barrie. Un relato que con dulzura y sin sobresaltos, ideal para los más chiquitos, amplía el universo de la ex Campanita, que ya había mostrado en 2010 TinkerBell: Hadas al rescate. Esta vez, todo transcurre en los bosques, donde las hadas viven una existencia feliz y laboriosa, cada una aportando su habilidad y destreza para el cambio de las estaciones. En el bosque de la artesana TinkerBell siempre es verano, primavera y otoño, pero el invierno queda afuera, más allá de las fronteras, donde viven las hadas del invierno. Apenas un paso divide el clima tibio de las tierras heladas. Por supuesto, la curiosidad de la protagonista la llevará a donde ninguna de sus amigos ha ido antes y una vez allí descubrirá que además de la belleza de los copos de nieve y la diversión de patinar sobre hielo algo mucho más fuerte la une a la tierra nevada.

Más allá del pequeño misterio en el centro del relato, el guión del film no va más allá de la presentación del bosque y sus personajes, una sencillez que le quita vuelo pero al mismo tiempo resulta ideal para espectadores más chicos, que a veces son relegados a propuestas infantiles, donde se apunta más a entretener a los padres que a los chicos. Aquí no hay villanos ni parodias para hacer reír a los adultos, se trata de un cuento con y de hadas. No es poco.