Tinker Bell: El secreto de las hadas

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Hasta aquí podríamos afirmar que la franquicia de Tinker Bell iniciada en 2008 podía darse por concluida en la pantalla grande, después de todo ya se hizo mucho con este personaje. Sin embargo, los ingresos por tickets y merchandising indican que el mundo de las hadas será vuelto a visitar un par de veces más, esto a juzgar por la ilimitada fuente de la que se nutre esta idea: para justificar los fenómenos de la naturaleza a través de la existencia de las hadas. Crear fábulas para explicar lo que en el formato de manual de tercer grado resulta aburrido.

“Tinker Bell y el secreto de las hadas”, “pone luz” esta vez sobre el equilibrio climático y la existencia de las estaciones del año presentadas como auténticas barreras de colores. Digamos que Tinker Bell vive en el otoño, y que las otras estaciones son literalmente fronteras climáticas. Curiosa ella, quiere ver que pasa en otros lugares, a pesar de la advertencia de riesgo por parte de los más experimentados. Ella va igual. Así, la mitad de la pantalla queda dividida en dos: Otoño, con toda la paleta de colores imaginables y vive Tinker Bell, e invierno, donde es todo blanco y viven otras hadas. Una en particular dispara el meollo de toda esta cuestión, mientras se desata una gran helada que amenaza con congelar el plantea, incluyendo el árbol de polvillos mágicos, fuente de poder de los habitantes.

En este aspecto, la realización de Peggy Holmes y Roberts Gannaway resulta agradable, entretenida, y con el tiempo suficiente para bajar línea a los más chicos sobre la importancia de no alterar el balance ecológico. Hasta aquí, imagen y sonido se ponen de acuerdo para entregar un producto decente (es una forma de decir).

Sólo queda analizar, para los más grandes, el por qué de algunas decisiones. Por ejemplo, salvo las de mayor edad, ninguna de las hadas escapa a una estética de revista de moda internacional al estilo “Cosmopolitan” o “Elle”, o sea figura espigada, pelo perfecto y actitudes de modelo de pasarela. A lo mejor no es nada, pero no deja de llamar la atención, aún en un mundo irreal, que todo el género femenino joven y adolescente responda a un sólo canon de belleza.

Por último, no quiero significar más que una cuestión de sentido común, es probable que los varones de cierta edad en adelante (5, 6 años), se aburran un poco.

“Tinker Bell y el secreto de las hadas está pensada y concebida para el público femenino.