Thor: Un mundo oscuro

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Superhéroes Para Todos

Esta segunda entrega de la saga de Thor es una película tironeada entre fuerzas muchas veces contrapuestas: debía ser una historia de superhéroes de cómic que no defraude a los fans más leales al espíritu freak de Marvel y, al mismo tiempo, apostar a un registro sencillo y llevadero para el menos exigente consumo familiar; ser creíble (y seria) en el planteo general de su trama, pero evitar la solemnidad a fuerza de golpes de comedia y romanticismo. Esa tensión se percibe y, aunque el conjunto no resulte tan fluido, sólido y convincente como en las Iron Man y, sobre todo, en la notable The Avengers, Un mundo oscuro regala suficientes momentos de disfrute como para que las sonrisas superen con holgura a las decepciones.

Aunque lo suyo es correcto (profesional, digamos), podía esperarse algo más de Alan "Game of Thrones" Taylor. Se dice -y a los rumores que corren en Hollywood hay que creerles bastante- que tuvo mucha presión de los productores (Marvel/Disney) para no "desarreglar" nada y que hasta recibió ayuda directa en el set de... sí, Joss Whedon, quien reescribió y hasta filmó algunas escenas.

Luego de un prólogo que nos cuenta una historia prehistórica sobre una energía poderosísima (el Aether) y un malo malísimo llamado Malekith (Christopher Eccleston) sabremos que Loki (Tom Hiddleston, lo mejor por lejos de toda la película con sus brillantes one-liners) está preso, que Thor resuelve a puros martillazos una serie de guerras civiles en los Nueve Reinos, que su padre Odin (Anthony Hopkins) tiene todo planeado para que el héroe carilindo sea el nuevo Rey de Asgard, pero que él prefiere -claro- a su amor en la Tierra, la científica Jane Foster (Natalie Portman).

Pero justo cuando está investigando unas extrañas anomalías gravitacionales, Jane desencadena la energía del Aether hasta entonces oculta y ella misma se "contagia" de esa fuente de poder. Lo que sigue es una larga serie de peripecias, vueltas de tuerca (no siempre bien delineadas) y cambios de tono, que incluyen muchos momentos de humor (Loki y, en menor medida, los personajes de Kat Dennings y Stellan Skarsgard funcionan como comic-relief) y enfrentamientos a puro CGI en 3D que justifiquen el pago extra de la entrada (nada que no se haya visto últimamente, aunque la última set-piece tiene su encanto). La decisión de sacar buena parte de la acción de Asgard y otros planetas para trasladarla a la Londres actual también le da al film un look más contemporáneo y relajado.

Más allá de los análisis y hasta de los reparos que puedan hacérsele por sus evidentes desniveles, Thor 2 funciona con esa idea de darle un poco a cada segmento de público: unos besos para los románticos, unos monstruos para los freaks, unas bromas para los chicos (el chiste del Capitán América, por ejemplo), unos planos del escultural torso desnudo del galán rubio Chris Hemsworth para las adolescentes y así... No esperen, por lo tanto, un film arriesgado sino más bien uno en el que se nota bastante el cálculo. Así y todo -y allí reside el mérito de esta receta de múltiples ingredientes- el resultado es más que digno.

Nota 1: Vi la película dos veces: la primera, en la función de prensa, en la versión original subtitulada. Luego, unos días más tarde, en una avant-premiere doblada. Fue como apreciar dos películas completamente distintas. Si no tienen que ir con niños, no duden en escuchar las voces reales de los intérpretes.

Nota 2: Como siempre, Marvel nos regala sorpresas importantes en los créditos finales. Aquí hay una escena que tiene que ver con el futuro de la(s) saga(s) en la mitad de los títulos de cierre y ¡otra! cuando los mismos terminan. Vale la pena hacer el esfuerzo de soportar los no pocos minutos y miles de nombres de técnicos que participaron en el film para disfrutar ese segundo (o tercer) final.