The Master

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

“The Master” o la fuerza del carisma

Paul Thomas Anderson es un director personal que puede llegar a hacer cosas realmente extrañas, algo que deben recordar los que vieron la lluvia de sapos de «Magnolia», por ejemplo. Sin embargo, nunca hizo un film tan extraño y difícil de describir como este drama sobre un veterano de la Segunda Guerra Mundial bastante desorientado en la vida civil, que logra sentirse contenido, aunque sea por algún tiempo, por una secta llamada La Causa liderada por un excéntrico y carismático gurú.

«The Master» tiene un ritmo lento que va describiendo de a poco el lamentable estado mental del protagonista, estado que lo lleva tal vez por casualidad al barco donde los miembros de La Causa están por celebrar una boda. El ex marino tiene una petaca conteniendo brebajes de fuerte contenido alcohólico compuesto por recetas propias hechas a base de, entre otras cosas, aguarrás, y este recipiente es el pasaporte perfecto para ser adoptado casi como discípulo principal por el imprevisible maestro.

La Causa propone un viaje hacia vidas pasadas, y también gira en torno a misteriosos libros que el Maestro presentará a su debido tiempo, aunque en el medio de estas insólitas Escrituras el grupo puede perfectamente ponerse a practicar algo así como orgías musicales o ruidosas experiencias en motocicleta para sentirse libre en cuerpo y alma.

Sensaciones

Anderson consigue que el espectador se sienta un poco inclinado a creer que hay algo serio detrás de las enseñanzas del Maestro, y lo logra con un ritmo narrativo casi hipnótico, las imágenes formidables de todo el film y, sobre todo, gracias a las increíbles actuaciones de sus dos protagonistas. Joaquin Phoenix se luce especialmente en la primera parte del film, donde debe plantear la desubicación de su personaje en la vida civil (las escenas de cuando trabaja como fotógrafo de una gran tienda están apoyadas, además, por la excelente dirección de arte de Jack Fisk, una gloria en su rubro en films de David Lynch, por ejemplo).

Luego, cuando se encuentra con el Maestro, la película empieza a girar con cierta lógica alrededor del personaje de Philip Seymour Hoffman, quien logra transmitir todo el carisma que tiene que tener este tipo de personajes para arrastrar a un montón de gente en sus locuras.

Hay un momento en el film que el equilibrio tiene que intentarlo el desorientado personaje del veterano de guerra, que no puede dejar de notar que todo eso de La Causa es una chantada sin pies ni cabeza, lo que no significa que quiera perder su lugar en la estructura de poder del absurdo culto.

«The Master» es un film extraño incluso para los niveles de Paul Thomas Anderson, y en manos de otro director, este material sería realmente difícil de digerir. La película plantea todo tipo de dudas y en un momento magistral hasta logra que el espectador no pueda separar la realidad de los delirios que le pasan por la cabeza a sus protagonistas. Quizá éste sea el mayor logro de un film que obviamente no es para todos los gustos, y que incluso podría indignar a aquellos que prefieren que le den todo servido. De cualquier manera, lo que nadie podrá negar es la fuerza de las imágenes y la calidad de las actuaciones.