Tesis sobre un homicidio

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

Cine en Espera

Hace unos años, cuando vi Música en Espera, ópera prima de Hernán Goldfrid, quedé gratamente sorprendido. Lo que a primera vista se trataba de una comedia romántica, en realidad, terminaba siendo una comedia en clave de thriller. Había un misterio que develar que llevaba a sus protagonistas a meterse en una serie de enredos casi hitchcoianos (el Hitchcock más romántico y divertido, como el de Para Atrapar un Ladrón o Tuyo es mi Corazón), planteada con escenas que le debían mucho a la estética de Brian DePalma (la secuencia inicial es un homenaje a El Sonido de la Muerte) y una historia de amor anticonvencional. La inteligencia de las situaciones, los ingeniosos diálogos y la maravillosa química entre Peretti y Oreiro (a partir de esta película empecé a notar el talento de la actriz uruguaya como actriz cómica, sin necesidad de caer en los estereotipos televisivos), generaban en mí, altas expectativas por ver el siguiente trabajo de la asociación Goldfrid/Vega en calidad de realizador/guionista respectivamente.

Que en el medio, Vega guionara la subvalorada comedia Mi Primera Boda, hacía crecer dichas expectativas. Por lo tanto, un policial noir que tuviese el agregado de tener a Darín como protagonista vislumbraba un cambio positivo en el cine comercial de género. Nada más alejado de la realidad.

Tesis sobre un Homicidio, no solamente es una decepción, sino que además es una película fallida sin importar los nombres rutilantes que se encuentran detrás de cámaras. La adaptación de la novela de Diego Paszkowski no logra enganchar, ya que su premisa se agota a los primeros minutos.

Bermudez (Darín), un abogado retirado de la profesión, obsesionado con los homicidios en serie dicta un seminario para estudiantes de leyes. Al mismo, atiende un joven bastante creído, hijo de una amiga de Bermudez. Cuando una joven es asesinada frente a la Facultad de Derecho, el protagonista enseguida sospecha de su alumno. La tensión entre ambos – supuestamente – se incrementa cuando los dos desean a la misma mujer, la hermana de la víctima.

Planteada como un thriller psicológico, la película empieza bien, pero va decayendo en interés cuando pierde el hilo policial y se empieza a volver previsible. Lo que podría haber sido un whodidit clásico se convierte en una trama llena de lugares comunes y clisés. Sin embargo, esto no es el principal problema del film. Más allá de falencias narrativas, la película es monótona, se va repitiendo y caen en un pozo denso, diálogos monocordes, sin ninguna progresión dramática y con actuaciones al borde del grotesco – Alberto Ammann es el más convincente del elenco – provocan que el film se vuelva… aburrido.

Recién en los tramos finales aparece un poco de ingenio cinematográfico en una secuencia que recuerda mucho al final de La Conversación de Coppola.

Nuevamente se nota la influencia de DePalma en el cine de Goldfrid, pero esta vez no está bien aplicado. La ausencia de humor y mayor suspenso o misterio, sumado a la nombrada previsibilidad, provocan que más allá de algunos momentos bien fotografiados y una banda sonora que aporta tensión, la película no esté a la altura de las expectativas. Posiblemente muchos puedan comparar el trabajo de Darin con el realizado en El Aura, pero que mientras en la película de Bielinsky, el meticuloso trabajo de puesta en escena, sumado al clima y ambigüedad ayudaban a que el film se destacara por encima de cualquier obra de suspenso nacional – o internacional, incluso – vista en mucho tiempo; acá la sobrecarga de explicaciones y la forzada incorporación de obvias referencias cinematográficas - Vértigo, Vestida para Matar, Doble de Cuerpo, Psicosis - terminan perjudicando el resultado final.

Quedamos a la espera, por lo tanto que el próximo trabajo de la sociedad Goldfrid/Vega logre cumplir al menos las expectativas de este crítico que ha disfrutado mucho su primer trabajo.