Tesis sobre un homicidio

Crítica de Marcelo Cafferata - Revoleando Butacas

Es difícil, al menos en primera instancia, poder dar un opinión acerca de "Tesis sobre un homicidio".
No es porque uno no sepa qué decir precisamente -hay mucho para hablar sobre los distintos aspectos de la película-, sino porque terminada la proyección, hay una dualidad desde el guión y en la narración que dificulta encontrar fácilmente para qué lado se inclina la balanza.

La historia con ribetes de policial y una estructura del más clásico thriller que invita al espectador a descubrir quién fue el asesino, se presenta en forma sencilla y simple, ya desde el inicio.
Frente a la facultad de Derecho y prácticamente en las propias narices de Roberto Bermúdez (Ricardo Darín) -un existoso profesor especialista en Derecho Penal que se encuentra dictando un postgrado en ese momento-, se comete un brutal asesinato.
No solamente será presenciado por su grupo de alumnos, sino por el propio Bermúdez quien rápidamente siente que ni el lugar ni el momento del crimen ha sido casual. Y la víctima? Fue elegida al azar o tampoco es obra de la casualidad?. Una fuerte sensación de que el asesino ha hecho todo lo posible para desafiar su inteligencia, sus ideas sobre la justicia, su talento y su renombre, lo invade rápidamente

Experiencia, intuición, presunciones, conexiones entre los hechos y los detalles, hacen que este profesor solitario comience a obsesionarse con este tema, casi volviéndolo a sumergir en un pequeño infierno personal.

La obsesión comienza a ganar terreno más aún cuando uno de sus alumnos del postgrado, el abogado Gonzalo Ruiz Cordera (Alberto Amman) no solamente siga dejando señuelos para implicarlo cada vez más sino que la historia que rodea el asesinato comenzará a revivir algunos fragmentos del pasado de los protagonistas.

Bermúdez sabe (o se autoconvence?) de que Gonzalo es el asesino.
Todo tiende a demostrar que sus apreciaciones y que el análisis pormenorizado que él ha hecho, son acertadas y por ende todas las miradas se dirigen contra Ruiz Cordera. Rápidamente comenzarán a ciertos indicios que hacen dudar de la veracidad de su construcción de los hechos.

Si a esto se le suma, además, que dentro de ese juego de "el gato y el ratón" que se plantea entre los dos protagonistas, interviene la presencia femenina de la hermana de la víctima (papel a cargo de Calu Rivero) que se verá emocionalmente implicada -desde diferentes puntos de vista- con ambos, el cocktail se pone cada vez más interesante y el triángulo clásico hace su presencia dentro del policial.

El director Hernán Golfrid (cuyo primer largometraje fue "Música en espera" con Diego Peretti y Natalia Oreiro) elige cambiar completamente de registro para hacer pie en una narración de thriller legal con claros elementos de policial clásico y algunas vueltas de tuerca.
Si bien la dirección es correcta y el film en si mismo cuenta con una producción y una factura técnica que lo convierte en un producto sólido, el guión lamentablemente no convence, y lo compensa sobremanera con un elenco de primeras figuras, aún con sus desniveles.

No se puede decir mucho más de Ricardo Darín que no se haya dicho.
Puede vibrar en la cuerda de la comedia como en "Un cuento Chino" y "Amorosa Soledad", bucear en universos más complejos como los de Pablo Trapero en "Carancho" y "Elefante Blanco" o dejarse llevar por Campanella en el registro más costumbrista de "El hijo de la Novia", "El mismo amor, la misma lluvia" o la impecable "El secreto de sus ojos".
Con un rostro completamente cinematográfico que transmite en pantalla un plus que no cualquier actor logra, el Bermúdez de Darín es otra de sus grandes composiciones aún con elementos que él ya ha manejado en trabajos anteriores.
El timing que le imprime a los diálogos, su manera de decir, su presencia, son elementos que juegan rotundamente a favor de "Tesis sobre un homicidio".

Roberto Amman (conocido en filmes españoles como "Celda 211" y "Eva", aún inéditos en nuestro país) está perfecto como su contrafigura, en la construcción de un estudiante enigmático que sirve para alimentar la duda, la incertidumbre, la ambivalencia.
El elenco secundario es más heterogéneo con acertadas intervenciones de Arturo Puig, Antonio Ugo y Mara Bestelli -aunque la química con Darín aparezca por momentos como demasiado forzada- y lamentablemente Calu Rivero desentona -y mucho-, no pudiendo encontrar la forma de hacer que su Laura gane contundencia.

Pero ni la dirección ni el buen elenco logran por completo su cometido porque el guión tiene algunas fallas, algunas, de trazo grueso.
Puede perdonarse que algunas situaciones se encuentren entre lo mas cliché del género, bordeando permanentemente el lugar común, pero el problema fundamental se encuentra en los diálogos.
Discursivos, extensos, tendiendo a remarcar con lujo de detalles cada situación importante, allí donde abundan en explicaciones es justamente el momento en que dejan de ser convincentes.
En el terreno literario (no olvidemos que es la adaptación de una novela) esto puede funcionar. Pero en lo cinematográfico que la acción misma quede relegada para que dos personajes en un diálogo expliquen lo que está pasando o las conclusiones a las que van llegando, subestima por completo el espacio del espectador, que ineludiblemente para que el cine funcione, se tiene que rendir al juego y construir por si mismo su propio entramado, su propio rompecabezas.

Con tanta sobreabundancia de palabras, las imágenes quedan como en un segundo plano y todo tiende a conducir al espectador de la mano, por un único camino, subrayando en muchas situaciones adónde tiene que mirar y qué cosas tiene que escuchar.

Frente a un desarrollo completamente "enciclopédico" y explicativo, Golfrid elige construir un final sugerente e inteligente, homenajeando al mejor Hitchcock -y su ya clásico corto "Cordero para la cena"- donde la prueba del delito juega un rol fundamenta.
Ante la posibilidad del crimen perfecto, el final irrumpe intempestivamente, casi desorientando y listo para abrir el debate.

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