Tenemos un problema, Ernesto

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Comedia castrada

¿Y si un día despertás y descubrís que te falta el pene? Eso es lo que le pasa a Ernesto Ramponi, un guionista televisivo sin demasiada fortuna en el comienzo de esta comedia absurda escrita, producida, editada, dirigida y, sí, protagonizada por el hombre-orquesta Diego Recalde. El problema es que, tras ese inquietante planteo inicial, el film no está a la altura de sus ambiciones.

Tan sorprendido como desesperado, Ernesto se separará de su novia, consultará con especialistas médicos y psicológicos, intentará tratamientos varios y deambulará por el amplio universo de lo espiritual/esotérico, que incluirá desde tarotistas hasta chamanes (muchos de ellos verdaderos chantas y expertos en la manipulación y el engaño).

El film -que tiene una estética y un tono más televisivo que cinematográfico- está basado en una novela del propio Recalde y, por momentos, se asemeja bastante a un ego-trip. Recalde está todo el tiempo en pantalla y los personajes secundarios (y los múltiples cameos de figuras reconocidas del mundillo del standup y los medios como Cabito o Pablo Fábregas) no tienen el más mínimo desarrollo ni incidencia.

Si este ensayo sobre la peor fantasía de la masculinidad no vuela demasiado alto, la parte final (que se pretende como una crítica al aprovechamiento del escándalo por parte de los medios más amarillistas) tampoco resulta particularmente incisiva ni mordaz. Es verdad que Recalde ofrece algunas observaciones corrosivas sobre el lugar del guionista en el entramado del negocio del entretenimiento y consigue un puñado de situaciones más o menos logradas en el derrotero de su atribulada criatura, pero la película nunca supera una medianía que jamás llega a generar entusiasmo. Una comedia… castrada.