Ted 2

Crítica de Guillermo Monti - La Gaceta

A este chiste ya lo contaron

A Ted, el oso de peluche que ha cobrado vida, las autoridades no le reconocen su condición de “persona”. Su matrimonio fue anulado, así que no puede adoptar un niño. Acompañado por su amigo John y por una joven abogada, Ted inicia una batalla legal para recuperar sus derechos.

Nunca deja de sorprender la facilidad con la que Seth MacFarlane pasa de una broma brillante a otra definitivamente estúpida. Es una marca de fábrica con la que no le ha ido nada mal. Al contrario; “Padre de familia” está a la vista. El problema es que el chiste funciona en función de su originalidad y el de Ted quedó agotado en la primera película. La secuela es más de lo mismo: drogas y sexo, sexo y drogas. Y si vienen juntos en el combo, mucho mejor. MacFarlane en estado puro.

Ted es guarro y tierno a la vez. Ama a su esposa (Jessica Barth) pero se llevan a las patadas. La solución parece radicar en la paternidad, con el inconveniente de que Ted es un peluche de punta a punta. La donación de esperma queda descartada después de un par de aventuras escatológicas a más no poder, y la adopción choca con un inconveniente: Ted no es un ser humano. A litigar en Tribunales entonces.

Aparece en escena Amanda Seyfried, a la que Ted ve igualita a Gollum. Es la abogada fumona de la que John (Mark Wahlberg) se enamora al toque. Antes y después desfilan por la pantalla Jay Leno, Liam Neeson, Tom Brady (un Messi del fútbol americano), Jimmy Kimmel y Morgan Freeman, que se mueve frente al jurado como si fuera James Stewart, Divertido. Giovanni Ribisi es el villano con peluca y disfrazado de tortuga ninja. En fin.

El tono de “Ted 2” se reduce a esa monocorde sucesión de chistes de estudiantina entre el osito y John. Las alusiones a la cultura popular estadounidenses son infinitas y más de una ni siquiera es captada en los subtítulos. Para el espectador poco informado de los avatares del universo TMZ resultan incomprensibles.

Además de dirigir y de escribir, MacFarlane pone su voz al servicio de Ted, al que los malos de Hasbro (!) quieren despanzurrar para fabricar muchos más. Que alguien los detenga.