Tarzán

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

La apuesta es doble

Desde que Disney adaptó a su gusto varios clásicos, cada revisión que se haga de ellos parece que debiera superarlos, para no perder en la comparación. Un dislate.

Con Tarzán: la evolución de la leyenda la apuesta es doble, ya que esta producción alemana aggiorna la historia a tiempos presentes, con lo que las licencias son múltiples. Greystoke es ahora Greystoke Energy, una empresa que busca como sea recursos para su propio beneficio, y es su CEO el que quiere eliminar a Tarzán, heredero de la empresa, que de niño sí sufre la muerte de sus padres, queda solito en la selva y es adoptado por una gorila.

La otra vuelta de tuerca sorprende ya desde las primeras tomas, cuando se ve un meteorito ingresar a la atmósfera terrestre y alojarse, si cabe el término, en un lugar no descubierto por los humanos y protegido por simios.

No nos equivocamos de sala, ni los anteojitos de 3D nos hacen ver cosas que no son, es fantasía pura (o mejor, pura fantasía) lo que Reinhard Klooss, un director de animación que con éste llega a su quinto título, entrega a los chicos. Que disfrutan con las monerías de los tres gorilitas, se ríen de los despistes de Tarzán con Jane y que, de paso, aprenden a cuidar el planeta.

Este Tarzán, que vuela entre las lianas y pelea con un gorila más malo que pegarle a la madre, no se pregunta tanto qué hacer cuando se descubre que es humano, como en el filme con la banda musical de Phil Collins. Más que existencial, la preocupación aquí es por divertirse desde la platea. La animación germana no tiene nada que envidiar a las producciones hollywoodenses, y el resultado es eso, entretenimiento.

Lo que sí, ¿por qué se olvidaron del elefante Tantor?