Tadeo, el explorador perdido

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Tadeo es albañil en los Estados Unidos. Su prestigio como trabajador no es grande, pero es lo mejor que ha podido hacer para estar cerca de los lugares con los que sueña: las excavaciones.
Él quiere ser arqueólogo, qué va, pero para eso hay que tener estudios, dinero, e incluso recibir un golpe de suerte. De todo eso le habla siempre su amigo, el profesor Humbert, hasta que un día la coincidencia o el destino tocan a la puerta de Tadeo.
El profesor recibe un comunicado de un colega. Ha aparecido la otra mitad de una llave de piedra para ingresar a una ciudad sagrada llena de riquezas. Se le requiere de inmediato en Perú, territorio del desaparecido imperio Inca. Y, por un accidente, Tadeo termina viajando en su reemplazo.
Tadeo, el explorador perdido es una película bastante entretenida. Buen panorama visual general, con escenarios suficientemente trabajados, reales, llenando bien los espacios.
Los personajes en general están bien delineados, aunque podrían tener rostros más expresivos y sus movimientos podrían flexibilizarse mejor. La banda sonora, impecable.
El lenguaje de la animación es universal. El de los niños también. Y está muy bien que un equipo de trabajo mayormente integrado y sobre todo dirigido desde la cabeza por españoles, haya hecho una película tan ambiciosa y lograda como Tadeo, el explorador perdido.
No faltarán los que digan que se nota la influencia de Disney u algunas otras. No es problema. Es diferente el diálogo con el arte de los demás, que la copia. Aquí hay algo más importante, que es la evolución integral de un oficio con el que el mundo de habla hispana, mundialmente respetado por la talla de sus dibujantes, tiene en cierta medida una materia pendiente, que es el del cruce de la ilustración con los movimientos.
Pero no sólo eso. El desarrollo de áreas profesionales ligadas a la producción de este tipo de cine en particular, también es imprescindible a esta altura del siglo.
Una película que se puede disfrutar, que marca un norte para este género, dibujado y hablado en español, y con un entendimiento del mundo que corre a Estados Unidos del ombligo del planeta.