Sueño de invierno

Crítica de Laura Osti - El Litoral

Drama psicológico en medio de la Estepa

“Sueño de invierno”, la película escrita y dirigida por el realizador turco Nuri Bilge Ceylan, al igual que otros filmes de su autoría, ha merecido la Palma de Oro en el último Festival de Cannes. Ceylan, ya prácticamente convertido en uno de los directores favoritos de ese prestigioso tribunal, ofrece en esta oportunidad una arriesgada propuesta que impacta por su rigor formal y su remembranza del cine europeo setentista, con una marcada influencia de Bergman.

También se debe destacar que, al igual que el cine de autor de aquella época, “Sueño de invierno” acusa una poderosa influencia del género teatral y a ello hay que agregar que la historia está inspirada en tres relatos de Chéjov, el popular escritor ruso del siglo XIX.

La historia transcurre en la Estepa turca de Capadocia, en pleno invierno. Una zona donde el clima extremo condiciona la vida de manera implacable, poniendo su impronta a todo el acontecer humano. En ese lugar, las poblaciones son pequeñas, es una zona rural, donde la supervivencia es prácticamente elemental y básica.

El protagonista central de este relato es un hombre mayor, Aydin, quien durante su juventud fue un reconocido actor teatral, y que en la madurez, casado con una mujer muy bella y bastante más joven que él, decide hacerse cargo de las propiedades que ha heredado de sus padres, entre ellas, un hotel instalado en el corazón de la mencionada Estepa, lugar en el que ha decidido también vivir junto a Nihal, su esposa, y Necla, su hermana.

Aydin pertenece a la clase más acomodada, que está compuesta por terratenientes integrantes de familias que constituyen la población histórica del lugar.

En sus ratos libres, Aydin escribe artículos de opinión para un periódico regional, en donde comunica sus ideas sobre diversos temas de interés general. Su rincón favorito es la sala donde tiene su escritorio, sus libros y su notebook. Allí suele mantener conversaciones íntimas y literarias con su hermana Necla, quien ha decidido también vivir en la vieja casona paterna. Él está sentimentalmente distanciado de su mujer, que ocupa otras dependencias de la propiedad, donde desarrolla tareas sociales que tienen como destinatarios especialmente a los niños de las familias menos favorecidas del lugar. Y Necla atraviesa por una etapa melancólica debido al duelo por la separación de su marido, al parecer, un hombre que se ha desmoronado moralmente y se ha entregado al alcohol y a los vicios.

Aydin reparte su tiempo también en el seguimiento de la administración de sus otras propiedades, ocupadas por inquilinos, para lo cual cuenta con la ayuda de abogados y otro tipo de dependientes, particularmente, su chofer, con quien mantiene una relación de confidencialidad y confianza más estrecha. En esa tarea, en el presente del relato, Aydin debe afrontar un conflicto con una de las familias que ocupa una de las viviendas en alquiler y que por circunstancias complejas, los ocupantes se han convertido en deudores morosos.

Además, el hombre se reúne cada tanto con otros propietarios como él, quienes representarían a las personas más influyentes y las que suelen tomar decisiones referidas a la marcha de la vida social de la región.

En ese ambiente árido y rudo, el protagonista atraviesa una crisis personal que se manifiesta a través de las diferencias que tiene con su esposa, con quien suele discutir a menudo, situación que les pesa y les duele a ambos, pero que a pesar de todo, prefieren darse espacio y no llegar a la ruptura. A ello se suma el abandono de lo que parecía ser su vocación, el teatro, y la reclusión en una vida apartada, donde la escritura es su única vía de escape a sus inquietudes intelectuales, que tienen que ver predominantemente con los aspectos morales y éticos que influyen en las relaciones humanas.

Lograda

Como se puede apreciar, los diálogos constituyen la estructura básica del relato, que a su vez se desarrolla a la manera tradicional con una presentación, un nudo y un desenlace. Aydin tensa la cuerda en su crisis personal y de pareja, y lleva las cosas a un clímax, sufre una especie de catarsis que lo transforma interiormente de algún modo, y regresa al ámbito familiar aparentemente reconciliado con su vida, sus afectos y su entorno.

“Sueño de invierno” es una lograda propuesta cinematográfica que ofrece la posibilidad de disfrutar del cine que responde a cánones ya casi olvidados, con una cuidada puesta en escena, una excelente dirección de actores y un manejo apropiado de silencios, climas y símbolos, que enriquecen la obra, aunque tal vez las tres horas largas de duración sean un poco excesivas.