Sueño de invierno

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Ganadora de la Palma de Oro y Premio FIPRESCI en el Festival de Cannes 2014, "Sueño de invierno" es un film que potencia los sentidos y más aún la intelectualidad.
Séptimo film de Nury Bilge Ceylan, repite su fórmula de lirismo y ascetismo para hablar de las pasiones reprimidas por las propias personalidades de sus personajes.
No hace falta aclarar que no estamos frente a una película de sucesos sino de personajes, su foco está en observar las reacciones frente a simples circunstancias, alejados de los grandes hechos. Alejados, ese es un término que define bien a los tres protagonistas del film. Aydin (Haluk Bilginer) es un actor retirado, encargado de atender un hotel en la Anatolia central, zona casi desértica.
Lo ayuda su joven esposa Nihal (Melisa Sözen) con quien mantiene una fría relación imposible de aclimatar.
Para cerrar el trío contamos a Necla (Demet Akbag), hermana de Aydin, divorciada, que dice ayudarlo con su tarea.
Cada uno tiene sus características marcadas, aunque se unen en la soledad interior que llevan a cuestas, sus pesares de gente bien.
Aydin tiene un pasar económico holgado, el hotel le sirve para separarse, alejarse de lo que lo rodea, vive en la perpetua superioridad de cierta clase social. Nihal que pena por el alejamiento de su marido pero no parece dispuesta a bajarse del pedestal ni a resignar algo de su clase. Necla, quizás la más aristócrata, aburrida de no sabemos bien qué, posee una abulia y apatía permanente porque lo que tiene (material) no la conforma.
Así son las tres criaturas que el director de "Nubes de Mayo" dibuja con delicadeza, y el gran hallazgo es hacer de ellos algo querible.
Ceylan se apiada de sus formas de ser e intenta comprenderlos, se mete de lleno en su intelectualidad y descansa varias alegorías en la forma de ser de clase.
Las metáforas estarán a la orden del día, ese invierno que irá cubriéndolo todo a medida que avance el extenso metraje, las miradas y los gestos, actitudes que dicen más que las palabras.
Los 196 minutos están plagados de un lirismo subyugante, como si nos invitasen a una lectura de poesía de más de tres horas, una master class. Pero esa frialdad del paisaje y más aún de los personajes es imposible que no se traslade al relato y en definitiva al espectador.
La atención se irá disgregando y regresando esporádicamente, Ceylan decide no tensar las cuerdas más que en puntuales escenas de explosión dramática.
Aclarar que estamos frente a ese tipo de cine que algunos consideran excluyente, resultaría redundante; tampoco creo que sea el film ideal para iniciarse en el mundo del director turco.
"Sueño de inivierno" es un film bellísimo y manejado con maestría; aunque quizás, dentro de una filmografía ya consagrada y plagada de momentos únicos puede sonar a promedio.