Subte Polska

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Problemáticas de la tercera edad. Ese momento de la vida en el que es inevitable mirar para atrás haciendo un racconto del camino recorrido.
La vida de Tadeusz (o Tadeo, como le dicen los conocidos, simplificando), no parece haber sido mala. Tiene el afecto de la gente cercana, alguna dificultad económica normal, y el reconocimiento de los pares. Eso sí, algún bache del pasado traslucido como un deseo a cumplir.
Lo preocupante para este jubilado, ex obrero del subte – colaboró en su construcción – , es el presente. La medicación que necesariamente debe ingerir, le prolonga la vida frente al riesgo de infartos; pero le trae contraindicaciones.
En palabras del propio señor “no se le para la pija”. Y cuando logra su momento erecto, piensa mejor, recupera la memoria y siente la pasión perdida. De eso trata Subte-Polska, la disyuntiva entre prolongar una vida, o vivir los últimos minutos con pasión.
En su primer protagónico para el cine, el reconocido (no solo en la actuación, sino por su larga trayectoria política) Héctor Bidonde es el Tadeo de marras, y cumple sobradamente con las expectativas. Un hombre algo tosco, mañoso, pero ciertamente entrañable.
Es que la propuesta que ofrece Alejandro Magnone en su ópera prima como director y guionista, juega todas sus cartas a eso, apuntar al corazón del espectador. Para eso, cuenta con un puñado de personajes queribles y reconocibles.
A Tadeo lo circulan su hijo del corazón, Oslvado (Marcelo Xicarte, cara conocida de una famosa campaña publicitaria) un hombre frustrado con una actitud mucho más anciana que la del nonagenario; un grupo de amigos del bar – que lo admiran como eximio ajedrecista - , o un diariero del subte (Manuel Callau), cada uno con características propias.
Tadeo quiere complacer a su amiga/novia/amante (Lidia Catalano, encantadora como siempre), para eso tiene dos requerimientos, o deja de tomar las pastillas, o le consiguen una bomba de vacío. Pero no todo es cuestiones sexuales, el vigor le hace recordar épocas mejores, amores pasados, lo que dejó en Polonia y en España durante la Guerra Civil ¿se puede recuperar algo del tiempo que pasó?
Buscando paralelismos, el debut de Magnone quizás pueda compararse con el cine de Rodolfo Durán, cineasta que no ha recibido aún el reconocimiento merecido. Propuestas modestas, simpáticas, con guiños permanentes a la cotidianeidad, problemáticas simples, y un tratamiento cálido. Quizás no sea coincidencia que Magnone haya actuado en Vecinos, uno de los largometrajes de Durán.
No hay grandes hallazgos desde lo técnico, no los necesita, el realizador se luce mejor como director de actores, todos en un tono preciso y ajustado, sin bordear la exageración ni el exabrupto (algo común en este tipo de películas).
Subte-Polska pareciera desde su idea como una película para un público similar en edad al de su protagonista, pero su tratamiento es tan entrador que puede conquistar a un público amplio, ávido en historia de la vida real, sin la necesidad de bucear en ninguna parafernalia o ritmos ampulosos.
Nos dejamos un párrafo aparte para una pequeña pero brillante participación de Miguel Ángel Solá, en un personaje que, repetimos, no cuenta con demasiado tiempo en pantalla, pero es trascendental para el desarrollo de la historia. El actor hace uso de todos sus recursos para lograr un perfecto balance entre la gracia y acercarse a la lágrima. Cada palabra y gesto que sale de sí, resulta querible y aplaudible.
No confundamos, en Subte-Polska se habla, mucho, de erecciones y miembros viriles, pero no estamos frente a una propuesta provocadora. Se encuentra cómoda en ese día a día de cada uno, y dibuja una sonrisa y alguna lágrima que rodea desde el mismo inicio. Nada mal para una ópera prima, una muestra que no se necesita de grandes elementos para concretar una propuesta más que celebrada. Ansiamos ver los próximos pasos de su realizador.