Soledad y Larguirucho

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

En principio poco tienen en común la popular cantante Soledad y el entrañable Larguirucho, pero Manuel García Ferré decidió unirlos en este film a través de una historia en la que aparecen, también, otros conocidos personajes salidos de la pluma de ese creador. La trama (de alguna manera hay que llamar a lo que ocurre a lo largo del film) se centra en la terrible bruja Cachavacha que, con el profesor Neurus y los carismáticos Pucho y Serrucho, decide desplazar del éxito masivo a Soledad para convertirse ella en ídolo de multitudes. Comienzan así una serie de aventuras y de desventuras en la que la artista, mientras entona canciones de su repertorio y revolea su poncho, tratará de las muchas trampas que le tiende la bruja. Larguirucho, mientras tanto, se limita a seguir el derrotero artístico de Soledad para aplaudir los temas de su repertorio.

El film parece convertido en una serie de estampas geográficas por la que transitan sus protagonistas, a lo que hay que sumar la poco feliz idea de mostrar una gran cantidad de "chivos", lo que convierte a la película en un sinfín de inútiles elementos que carecen de gracia y de ingenio. Por si todo esto fuese poco, y muy traído de los cabellos, varias populares figuras, entre ellas Natalia, la hermana de Soledad; el Chaqueño Palavecino, Diego Capusotto, Guillermo Andino, Pablo Codevilla y Carlitos Balá aparecen en breves secuencias quizá con la intención de mejorar tan alicaído guión.

Para los seguidores de Soledad, quizá les interese escucharla aquí en su conocido repertorio, y para quienes habían hecho de Larguirucho un personaje entrañable, posiblemente los vuelva a poner en contacto con sus picardías (que aquí son muy pocas).