Soi Cumbio

Crítica de Claudio D. Minghetti - La Nación

Andrea Yannino sigue los pasos de la flogger argentina más mediática

Agustina Vivero, mejor conocida como Cumbio (por su amor por la cumbia), es una joven ahora de veinte años del barrio de San Cristóbal como cualquier otra, sólo que hace cuatro años tuvo la idea pionera de crear una comunidad de adolescentes como ella, angustiada por terminar con la soledad y el aislamiento que propone la vida a esa edad, a partir de un fotolog. De allí la definición de comunidad flogger, nacida en tiempos de las redes virtuales. El fenómeno, que tomó características de mediático hace tres años, cuando las reuniones cada vez más grandes del grupo en las escalinatas del acceso al Abasto por la calle Agüero iban convirtiéndose en multitudinarias, quedó reflejado en forma indirecta en este documental de Andrea Yannino que se propone observar al personaje más allá de su vida pública, que aparece justo en el momento de su acceso a los grandes medios, como The New York Times o El Paí s, de Madrid, que la entrevistaron. Cumbio llegó a tener espacios fijos en medios, notas de a montones en revistas juveniles, participación en ciclos televisivos hasta el cansancio y un libro, en un registro que mucho se parece al de un reality show.

Cumbio definió un look físico, una forma de vestir, una serie de pautas a las que seguir, fue y todavía sigue siendo, aunque en menor intensidad, un nombre repetido y marca registrada de transgresión, hay que reconocerlo, bastante naíf y aun así muy criticada y hasta perseguida por miradas morales extremas (atormentadas por su bisexualidad), y las de otros grupos juveniles sesgadas por la intolerancia, tal el caso de algunos cumbieros y raperos.

A la intimidad familiar su suman sus reuniones con su entorno, con compañeros de historias floggeras, que van armando un panorama más acabado de lo que se constituyó como un fenómeno social multitudinario.

Yannino aporta una mirada objetiva, sin subrayados, en compleja tarea de encontrar a la persona detrás del personaje, y lo consigue. El tema interesa y su observación se ajusta a la meta buscada, con prolija espontaneidad y sin caer en demagogia alguna.