Sofía, cumple 100 años

Crítica de Diego Lerer - Clarín

Vivir para contarlo

El documental de Hernán Belón se centra en una mujer centenaria.

No hay muchas personas que lleguen a vivir cien años. Y, seguramente, son muchísimas menos las quellegan a esa edad con la vitalidad, la frescura, la inteligencia y el carisma que tiene en esta película Sofía Yussen. El documental de Hernán Belón, Sofía , es un repaso, un recorrido, por la vida de esta espléndida mujer en las semanas previas y en los festejos del centenario de su vida.

La película no intenta trazar una historia de vida completa. Son partes, retazos: hijos, nietos, sobrinos y sobrinos nietos entran y salen de la vida de Sofía, comparten con ella momentos –reuniones, almuerzos, charlas, situaciones cotidianas- mientras el espectador observa cómo la mujer, con su andador a cuestas, se maneja con la suficiencia y hasta la ironía de una persona que podría tener la mitad de su edad.

Si bien el filme es algo caótico y poco claro narrativamente, con el correr de los minutos vemos que es un tema secundario. Todos esos personajes que departen con la centenaria mujer juegan roles diferentes y pronto sabremos quienes sí son claves en su vida. Su hermana, que la acompaña casi todo el tiempo y con la que vive “peleándose” (tiene 95 años) y uno de sus hijos, cuya relación abre la puerta a lo que es el segmento más emotivo del filme y que tiene que ver con la pérdida (desapareció durante la dictadura militar) de otro hijo suyo, un trauma que Sofía, si bien disimula con su permanente bonhomía, se nota que la perturba al punto de llorar al instante cada vez que se lo menciona.

Sofía es tan activa que termina siendo, casi, su propia enemiga, al caerse varias veces, romperse la cadera y terminando internada apenas unas semanas antes de su esperadísimo cumpleaños, ya que le cuesta permanecer quieta. Sus respuestas por momentos ácidas (cuando le preguntan qué desea para el festejo, por ejemplo; o cuando le dice a Juan Minujín porque no le gusta que le den besos en la mano), su ternura mezclada con una personalidad que se adivina también fuerte, la convierten en uno de esos personajes inolvidables. Del cine, sí, pero más que nada de la vida. Es un placer conocerla.