Snowden

Crítica de Mex Faliero - Fancinema

SIN NOVEDAD NI TENSION

El tema central de un film como Snowden, la revelación del espionaje y la vigilancia que el gobierno norteamericano realizó sobre los ciudadanos de todo el mundo, parecía un material invalorable para que Oliver Stone recupere de alguna manera un espacio de interés en el cine norteamericano actual, perdido hace ya demasiados años. Director de lo político, que no quiere decir lo mismo que “director político”, Stone es un tipo que mantiene una fuerte disidencia con los gobiernos de su país y que se ha mostrado, a partir de varios documentales, afín al eje latinoamericano que llegaron a desarrollar tipos como Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa o -incluso- los Kirchner en Argentina. Y más allá de la opinión que uno puede tener sobre esa mirada de Stone, lo cierto es que su estilo narrativo virulento y espástico ha sido una marca de orillo que sirvió para que sus alegatos furiosos tengan una adecuada correlación formal. Por eso sorprende en primera instancia la corrección con la que el director cuenta esta suerte de biopic sobre la vida de Edward Snowden, en un film que de tan larvado termina generando indiferencia.

Stone se enfrenta en su nueva película a un par de problemas insalvables: primero, que el tema que tiene a Edward Snowden como protagonista, las denuncias a los abusos en el espionaje sobre los ciudadanos por parte del gobierno norteamericano, fue lo suficientemente conocido y difundido como para que el espectador llegue a sorprenderse con lo que ve. De hecho, uno intuye que la mayoría del público que se acerque a ver esta película lo hará conociendo los detalles. El mayor pecado del director es, entonces, no agregar nada nuevo: Snowden expone y cuenta, pero nunca reflexiona o piensa ni a su mundo ni a sus criaturas, no aporta lecturas porque simplemente el director cree a ciegas en su personaje y nunca lo pone en crisis. Y otro inconveniente: el documental Citizenfour, de Laura Poitras, ya tenía toda la información que este film recolecta de manera administrativa. Si lo vieron, la Snowden de Stone será pura redundancia.

La película parte de la reconocida entrevista que Edward Snowden brindó en un hotel y de ahí comienza a viajar hacia el pasado del personaje, mostrando el progresivo descubrimiento que va haciendo de los métodos en los que incurren las agencias de seguridad para las que trabaja. Pero muy especialmente hace foco en el vínculo del protagonista con su novia, donde tal vez aparecen -aunque un poco ligeros- los únicos conflictos reales de la película. A la falta de novedad o sorpresa (más allá de algún dato que aparezca) se suma entonces una narración larvada, falta de energía, incluso ausente de recursos espásticos como nos tenía acostumbrado el director hace tiempo. Es esa ausencia de tensión, sumada a una duración que termina luciendo excesiva, la que hace de esta película un nuevo paso en falso del director.

Y eso sí que es imperdonable en Stone, alguien a quien podíamos acusar de muchas cosas pero nunca de tibio. Que el director diga algunas cosas sobre Norteamérica y que la película no dé rodeos para su denuncia, no implica que a la vez sea escasamente estimulante: claro, seguramente que la película será celebrada por aquellos que sólo desean ver en este tipo de producciones una confirmación de sus ideas. Sobre la última parte, el director quiere jugar al thriller, pero no le sale y descubrimos que si algo mata a Snowden es el enamoramiento que el realizador tiene por su personaje: el documental de Poitras contenía silencios, tiempos muertos, que hacían respirable la encrucijada del protagonista. Pero aquí estamos ante una apología acrítica que termina haciendo aquello que cuestiona: la credibilidad en una versión por encima de todo.