Sin retorno

Crítica de Romina Gretter - A Sala Llena

Identidad robada

Consecuencias. De eso parece hablarnos constantemente esta opera prima de Miguel Cohan. Interesante entrecruce (temáticamente hablando) entre dos de los títulos argentinos más importantes de este año: Carancho y El Rati Horror Show.

Sin Retorno narra la historia de un hombre acusado injustamente, por un crimen que no cometió. Una noche, un joven es atropellado por un automóvil y abandonado en la calle. A los pocos días muere; parece no haber pruebas ni indicios claros para encontrar al responsable. Pero la presión del padre de la víctima, la necesidad de la justicia de dar con un culpable, y la ambición insaciable de la prensa de construir una noticia, hacen que un sujeto inocente terminé siendo juzgado como el homicida. Mientras, el verdadero autor del hecho prosigue su vida sin aparentes consecuencias.

Esta historia que transita por las oscuras aguas de la culpa y el más básico instinto de preservación, no apuesta a dejar, ni siquiera insinuar, sombra alguna de moraleja. Y ese es un punto fuerte que tiene la película; más interesada en narrar los efectos de nuestro accionar, no sólo en nosotros y en nuestro círculo más cercano, sino inclusive en personas que no conocemos.

La perdida de identidad, o mejor dicho, la identidad robada remite a un doble mecanismo al que se ven forzados los personajes del film. Por un lado, está Matías (Martín Slipak) que decidió no asumir su responsabilidad sobre los hechos, aún a sabiendas de que estaba perjudicando a un tercero. Podemos llamarle a esto simple acto de supervivencia. Por otro lado, Federico (Leonardo Sbaraglia) acusado de un crimen que no cometió, pierde su libertad, y tras los años de cárcel su vida no vuelve jamás a ser la misma. Tal vez a esto podríamos llamarlo destino. Y en todo caso, ambos personajes voluntaria o involuntariamente ven robadas sus identidades, para asumir su otro yo: “ese otro que también me habita… ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel…” como decía el escritor colombiano Darío Jaramillo Agudelo en su más conocido poema.

Producida por Haddock Films, esta película cuenta con un grupo importante de actores, entre los cuales destacaría a Leonardo Sbaraglia, Federico Luppi, Ana Celentano y Martín Slipak. Pero aún así, con Sin Retorno me ocurre lo que suele pasarme con otras películas de Haddock: las veo tan sólo como productos. No hay nada en ellas reprochable técnica, ni narrativamente. Sin embargo, como si fueran carentes de ángel o de alma, no logro enamorarme de ellas, aún cuando las obras tengan directores con personalidades y estilos tan diferentes.

De todos modos, veo en Cohan una gran habilidad a la hora de narrar. Destaco la sutiliza con la que maniobra en varios momentos del film, y valoro la forma en que utiliza las elipsis (especialmente en la secuencia de la cárcel).

Producción correcta, efectiva y hasta entretenida. Pero repito: desprovista de elementos que le otorguen una entidad fílmica difícil de olvidar.