Sin retorno

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

En el lugar y el tiempo equivocados

Con el atractivo de contar con dos actores de peso en los papeles principales (Federico Luppi y Leonardo Sbaraglia), este estreno nacional toma la puesta coral para contar un hecho que cambia la vida de los protagonistas para siempre.

Federico Samaniego (Leonardo Sbaraglia) no tendría que haberse ido después de discutir con un joven al que le había arruinado la bicicleta con su auto. Matías Fustiniano (Martín Slipak) no tendría que haber tomado tanto si tenía que conducir. El propio ciclista no debía quedarse en el medio de la calle, allí donde unos segundos después lo atropelló con su vehículo Matías, que se asustó y huyó. Pero el que termina en la cárcel es Samaniego, acusado de homicidio.
Con un guión que toma varios elementos de la crónica periodística, la ópera prima de Miguel Cohan –responsable del guión junto a su hermana Ana–, refleja el entramado de hipocresías, injusticias, fatalidades y la ausencia de solidaridad, que, según el sombrío diagnóstico, ahogan al cuerpo social.
Desde Matías, un universitario asustado que miente para salvarse y su familia que lo encubre, pasando por Víctor Marchetti (Federico Luppi) el padre de la víctima, devastado por el dolor y fogoneado por los medios, hasta la desidia de la policía y la maquinaria judicial que se pone en marcha a partir de la presión de la opinión pública.
A la manera de Vidas cruzadas, de Robert Altman, Sin retorno toma la puesta coral para contar una noche, un hecho, que cambia la vida de los protagonistas para siempre. Pero además, la película dialoga con otros títulos nacionales recientes como Carancho (Pablo Trapero), en cuanto a la feroz visión de las instituciones en progresivo deterioro que no hacen más que replicar un sistema enfermo, o El Rati Horror Show (Enrique Piñeyro), un documental que también habla de una injusticia flagrante y se ocupa de manera exhaustiva del papel irresponsable de los medios.
En ese sentido, el film puede ser visto como la calculada apuesta de una ficción que explota los numerosos casos que a diario ocupan grandes espacios en los noticieros, informativos y medios gráficos. Sin embargo, el origen del relato es absolutamente genuino. El desarrollo preciso y seco de la historia, una inteligente vuelta de tuerca en cuanto al tópico de la venganza que históricamente monopolizaron decenas de films reaccionarios –con Charles Bronson a la cabeza–, más un abanico de protagonistas bien delineados donde sobresalen Sbaraglia, Slipak y Ana Celentano, y la tensión siempre en aumento manejada con un preciso timming para el thriller, desmienten cualquier especulación previa.